El horno de Espinosa acoge en estos días al grupo de voluntarias de la Parroquia de Santa María (unas 25 de media por día) encargadas de elaborar los tradicionales rosquillos de San Blas, dulce típico que sólo se vende en Alcázar de San Juan el día 3 de febrero, después de ser bendecido.
Este año, según la información facilitada a El Semanal por el “amasador” Luciano Mazuecos se pondrán a la venta 5.600 bolsas, de 10 rosquillos; es decir, 56.000 rosquillos en total, elaborados de manera totalmente artesanal y gracias al trabajo desinteresado de las voluntarias de la Parroquia, quienes emplearán 21 horas, repartidas en siete días, para tenerlo todo a punto y que ningún vecino interesado se quede sin rosquillos (y por tanto, sin protección frente a los males de la garganta).
Mazuecos recuerda que las bolsas de rosquillos sólo se venderán el día 3, en la propia iglesia de Santa María (en el pequeño local, junto a la Sacristía), a partir de las 9 de la mañana. Reitera que, gracias a las voluntarias y a la gentileza de Espinosa, que cede su horno e instalaciones para el proceso de elaboración, este año se pondrán a la venta 5.600 bolsas de rosquillos, “con lo que no hará falta madrugar, ni hacer cola, para llegar a tiempo, porque habrá rosquillos para todos”.
Los rosquillos de San Blas se llevan elaborando en Alcázar de San Juan varias décadas, “unos 22 o 23 años”, según apunta Luciano Mazuecos. El dinero que se recauda con su venta se destina a la Parroquia de Santa María.
