LLEGARON A ALCÁZAR EL DÍA 30 DE JUNIO PROCEDENTES DE MONCTON, CALGARY Y SACKVILLE

Regresan de Canadá los tres alcazareños que han estudiado 1º de Bachillerato becados por la Fundación Amancio Ortega

La experiencia ha sido tan intensa que ninguno de los tres dudaría en volver a disfrutar de una situación “tan positiva como ésta”, que les ha marcado y cambiado en su forma de ser, ya que vuelven más responsables y más seguros de sí mismos, “es una experiencia que te ayuda a crecer como persona y valorar más a tu familia”.

El pasado día 30 de junio llegaron a Alcázar de San Juan los tres jóvenes que han estudiado 1º de Bachillerato en distintas poblaciones de Canadá becados por la Fundación Amancio Ortega: Antonio Porcel, Alejandro de Bruguera y Jesús Morales, quienes han vivido una experiencia, según han explicado a El Semanal, «muy positiva», llena de buenas sensaciones y con ganas de repetir.

Atrás queda el frío que han pasado (hasta 40 grados bajo cero alguno de ellos) y los temores iniciales, lo que se han traído son muchas vivencias, nuevas sensaciones y otra forma de vivir sus 16-17 años.

JESÚS MORALES

Jesús Morales ha vivido en Sackville, en Nueva Escocia (costa este), una población de unos 20.000 habitantes con temperaturas en invierno de 20 grados bajo cero, una climatología que le ha permitido experimentar nuevos deportes y actividades como patinaje sobre hielo o esquí.

Según ha explicado, «ha sido una experiencia muy positiva y he cambiado mucho en diez meses, sobre todo en responsabilidades, el tener que hacerme cargo de mis cosas me ha hecho cambiar, y la inmersión ha sido tan grande que cuando he vuelto, la sensación es que no pertenecía a esto».

Morales ha convivido con una familia de un solo hijo, aunque a mediados de curso llegó a la casa otro joven belga, con quien han formado una gran familia llena de experiencias y mucho que descubrir.

«Mi instituto era pequeño -asegura Jesús- y eso me ha permitido hacer muy pronto amigos y conocer a mucha gente». La experiencia educativa ha sido también muy novedosa, «ya hay mucha variedad de asignaturas, yo por ejemplo di un curso de Sociología y otro de Producción de vídeo y Películas».

 Además, en sus diez meses en Nueva Escocia ha podido visitar la zona donde residía, «de hecho, mis padres eran de una isla al norte, muy rural, a la que hemos en varias ocasiones».

 Lo más difícil ha sido hablar de forma coloquial, «ya que las palabras cambian mucho del inglés académico que llevamos».

ALEJANDRO DE BRUGUERA

Para Alejandro de Bruguera la experiencia ha sido también inigualable, no obstante, los 40 grados bajo cero a los que ha estado expuesto le ha supuesto salir menos y conocer más a su familia, compuesta por los padres y dos niños de 8 y 11 años.

La experiencia con la familia, en la ciudad Calgary, 1,2 millones de habitantes, ha sido muy positiva, en un hogar donde ha podido disfrutar de los platos que realizaba su madre, quien tenía un blog de cocina. Esta circunstancia le ha hecho resarcirse de no poder encontrar plaza en la signatura de Cocina que quería realizar, «pero he podido hacer otras muchas cosas como patinaje sobre hielo y he participado en los equipos de voley, baloncesto y atletismo, me encanta el deporte y de hecho cogí una asignatura que era ir al gimnasio, donde también he dado psicología deportiva».

Alejandro se ha decantado por el deporte, ha podido hacer canoa, bolos, patinaje hasta cross-country skiing. En sus diez meses ha disfrutado del sistema de autobuses de a pleno rendimiento y aunque al principio le costó hacer amigos porque el lugar era muy grande «la experiencia ha sido genial, te ayuda a crecer como persona y he vuelto más maduro y valorar mucho más a mi familia».

ANTONIO PORCEL

Por último Antonio Porcel ha vivido en una familia con cinco hijos, sin experiencia previa de intercambio con alumnos,  en una casa situada en Moncton, de 70.000 habitantes, al este de Canadá y muy cercana a la playa, a la que sin duda ha podido acudir en alguna ocasión.

Antonio también ha tenido bajas temperaturas pero eso no ha sido motivo para que pudiera disfrutar de los lagos y bosques que le ha ofrecido la zona donde ha vivido, en el seno de una familia que le ha tratado como uno más «y aunque al principio me veían como un tesoro y me miraban mucho, luego todo fue normal, con una inmersión familiar completa que me ha permitido ser más independiente, mejorar  el trato con las personas y disfrutar de numerosas actividades que no he hecho en España».

Y es que, Antonio ha podido hacer deportes como waterpolo, esquí, patinaje sobre hielo y mucho más deporte, al que está acostumbrado y le gusta, por eso también ha subido a la canoa.

Una de las cosas más significativas para Antonio ha sido la calidad de los profesores, asegurando que «son muy diferentes». En definitiva, una experiencia que volvería a repetir sin ninguna duda y de la que se trae un buen sabor de boca.

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