Chema, el hijo de Retana, recuerda los veranos de 1978 y 1979 con mucho cariño. Eran los años de la transición y, con ocho años, tuvo la oportunidad de vivir con sus padres en uno de los molinos manchegos de Alcázar de San Juan, Fierabrás. Para él, aquella época simboliza “la libertad” y la “vida salvaje”. Por aquel entonces, el cerro de San Antón no era de tan fácil acceso, ni se encontraba cerca de un entorno urbanizado. En su memoria, define el lugar como “un páramo de libertad” que le propició un momento de su infancia “pleno y feliz”. Una experiencia que supuso un antes y un después en la carrera pictórica de su padre, que atravesaba por un momento de bajón en su producción artística. “La estancia en Alcázar supuso gasolina creativa y motivación para continuar en una profesión tremendamente complicada”. Vivir en el molino inspiró a Retana la necesidad de seguir creando y supuso un incremento creativo, con una producción de más de un centenar de cuadros de mediano y gran formato; además de aproximarle hacia la línea expresionista y colorista que desarrolló posteriormente, hasta su muerte en julio de 2015. “Después de vivir en Alcázar ya no perdió las ganas y siguió pintando y exponiendo”, apunta su hijo, que recuerda que su última muestra, con más de cuarenta cuadros, la realizó en Tarragona con 90 años.
Carmen Lobo, su viuda, se mostró agradecida y muy emocionada por el recibimiento de la primera edil, después de tener la oportunidad de reencontrarse con sus recuerdos y revivir un momento vital para su familia. Más cuando experiencias de este tipo, hoy en día, es complicado que puedan producirse. “Fuimos privilegiados por poder vivir en un espacio tan particular y curioso, esencia de La Mancha”, apuntó Chema.
Para la alcaldesa, Rosa Melchor, recibir a la familia del pintor fue un momento emotivo “que viene a confirmar el carácter abierto y dinámico de nuestra ciudad, que acoge a todo el que tiene algo que ofrecernos, como Retana. Su estancia aquí supuso un antes y un después en su carrera y el recuerdo de Alcázar convivió para siempre con su familia, no sólo en el aspecto más emocional, sino como parte de su evolución artística. Teníamos una deuda emocional y de gratitud con el pintor”.
La exposición de Retana puede visitarse en el Museo Municipal de Alcázar hasta el próximo día 22 de octubre.
