PRESIDENTE DE ESCUELAS CATÓLICAS

Juan Carlos Pérez Godoy: “Educar es una actividad sagrada porque tenemos delante de nosotros a lo más sagrado”

En torno a 700 personas han reflexionado este fin de semana sobre la educación y la responsabilidad de los cristianos “en algo tan importante como es la educación cristiana de las generaciones que llegan a la Iglesia”, como indicó el arzobispo de Toledo, don Braulio Rodríguez, en la homilía de la Eucaristía de clausura de las Jornadas.

Las VI Jornadas de Pastoral, que hoy se han clausurado en Toledo, han comenzado en su tercer día  con la ponencia de Juan Carlos Pérez Godoy, salesiano, licenciado en Ciencias Eclesiásticas y presidente de Escuelas Católicas,  que ha disertado sobre “La escuela: un lugar de encuentro y evangelización”. En su exposición, Pérez Godoy ha explicado que “la escuela es instrumento indispensable para la educación, lugar de encuentro entre cultura y fe. Es una mediación cultural privilegiada de educación en la que se puede dar una respuesta sistemática a las necesidades de la edad evolutiva; una institución determinante en la formación de la personalidad, porque transmite una concepción del mundo, del hombre y de la historia”.  Según el presidente de Escuelas Católicas “educar es una actividad sagrada porque tenemos delante de nosotros lo más sagrado”.

La última ponencia de las VI Jornadas de Pastoral ha presentado a los asistentes algunos elementos que configuran la escuela como “lugar de encuentro”. “Nos hemos de acercar al hecho educativo como experiencia de encuentro, donde entran en juego personas, tiempos, espacios, relaciones, el ambiente educativo...”, ha subrayado el ponente.

Pérez Godoy ha expuesto tres temas cruciales a los que prestar atención: el primero es la cultura, pues la escuela se presenta como un lugar de crecimiento humano mediante la asimilación sistemática y crítica de la cultura; el segundo es la evangelización: “Consciente de que el hombre histórico es el que ha sido salvado por Cristo, la Escuela Católica tiende a formar al cristiano en las virtudes que lo configuran con Cristo, su modelo, y le permiten colaborar finalmente en la edificación del reino de Dios” (Escuela Católica EC 36); y el tercero – ha comentado- es la profesionalidad, es decir, que ante todo ha de ser escuela, lugar y ambiente especializado en educación (Cfr. EC 25), puesto que en su “valor educativo reside su razón de ser, y en virtud del mismo constituye un verdadero apostolado” (EC 3).

Según el presidente de Escuelas Católicas “la evangelización es siempre una acción eclesial. Por tanto, el primer elemento fundamental para realizar la misión es la comunidad que incluye, en clima de familia, a jóvenes y adultos, padres y educadores, hasta convertirse en experiencia de Iglesia[1]: una comunión que vive los diversos dones y servicios como realidades complementarias, en mutua reciprocidad, al servicio de una misma misión”.

Asimismo ha expresado que “es necesario dar calidad a las relaciones educativas basadas en la racionalidad de las exigencias, en la valoración de la vida cotidiana y en el acompañamiento educativo”. El clima de familia, en el que los alumnos se sienten “como en casa”, es el mejor espacio para la acogida y el encuentro de las personas. Se trata de crear un ambiente educativo en el que los alumnos sientan que se les ama: “la familiaridad engendra afecto y el afecto confianza” (Don Bosco). Los educadores deben “procurar hacerse querer antes que hacerse temer”.

La cultura no equivale a un “conjunto de saberes”, ha indicado el ponente, quen ha añadido que “la escuela católica proporciona las claves y el discernimiento humano y cristiano para que el “saber”, unido a las “destrezas”, a las “competencias” y a los “valores”, adquiera sentido y se transforme en “cultura”, capaz de estructurar el pensamiento de la personas”

Sábado tarde. “Sólo educa el que ama y el Estado ama muy poco”

La tarde de ayer contó con la ponencia de Andrés Jiménez Abad, catedrático de Filosofía y pedagogo, quien reflexionó sobre: “La sociedad, llamada a educar y crecer en libertad”. En su intervención señaló que “vivir para el ser humano es convivir, compartir la vida con otras personas, pero no sólo para resolver nuestras necesidades materiales, sino más aún para afirmar nuestra personalidad, para llegar a ser más plenamente humanos”.

Jiménez Abad indicó que “lo social es un aspecto esencial de la persona, fundado en su apertura constitutiva necesitada de dar y recibir. La vida en sociedad, al satisfacer necesidades que un individuo por sí solo no puede cubrir, al ofrecerle posibilidades que por sí solo no puede desarrollar, aporta un incremento esencial al ser humano enriqueciéndole espiritual, moral y materialmente como persona”.

Asimismo manifestó que “estamos esperando que el Estado nos solucione los problemas en la educación”; sin embargo, “sólo educa el que ama y el Estado ama muy poco”, razón por la cual el primero y principal  papel en la educación lo tiene la familia. Por ello, animó a todos los presentes a “ redescubrir el valor de la amistad y de la vida en familia porque no estamos solos en el mundo, necesitamos la acogida que nos dan los demás”.

Jornada Mundial del Emigrante

Las VI Jornadas de Pastoral se han cerrado con los Círculos de Reflexión, en los que participan los asistentes a este encuentro formativo –divididos por grupos-, y con la Eucaristía en la Catedral Primada, presidida por el arzobispo de Toledo, don Braulio Rodríguez, en la que también se ha celebrado la Jornada Mundial del Emigrante, en colaboración con el Secretariado Diocesano de Pastoral de Migraciones.

En su homilía don Braulio explicó que “en estas Jornadas hemos visto y considerado nuestra responsabilidad en algo tan importante como es la educación cristiana de las generaciones que llegan a la Iglesia; una educación entera, sin parches, como vía para conseguir la libertad, que es respuesta a un Dios creador y salvador, en vidas plenas, sin ese rompimiento entre lo privado y lo público, entre lo “espiritual” y la carne de nuestra humanidad redimida por Cristo”.

De este modo ha concluido la sexta edición de las Jornadas de Pastoral, una convocatoria central en el contexto del programa anual del Plan Pastoral Diocesano que se ofrece cada curso con el fin de ofrecer un espacio de formación y de pautas para la accion evangelizadora de quienes participan en ella.

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