Crónicas desde el corazón de Europa:

La discapacidad desde la óptica del humor

Por Javier Mata (El francés)

Bonjour à toutes et tous! Quiero hablar hoy de cine con mayusculas. Y quiero hacerlo después de haber visto « Campeones », el último trabajo de Javier Fesser. El director firma una película llamada a marcar un hito, quizás no por sus cualidades cinematográficas puras, pero sin duda por el atrevimiento de tratar un tema como la discapacidad desde la óptica del humor, logrando trasmitir un « mensaje » de homenaje a la vida por encima de todo, y a esas cualidades que hacen sentirse orgullos de pertenecer a la especie humana, no importa que capacidades seas capaz de desarrollar o no. Es, si me lo permiten, una lección acerca de lo importante en la vida, vista desde la única óptica posible, la del humor, la de la sonrisa, la de las ganas de vivir, y huyendo de dramas, moralinas, o religiosidad. Puro humanismo. Y en eso, he de reconocer que Fesser es un maestro.


    Somos una especie que solo sabe vivir en « sociedad » con sus congéneres, la única sobre la Tierra en estos momentos (el Neardental en otra época también, y ya sabemos que llevamos en nuestros genes un porcentaje importante de esa otra especie) que entierra a sus muertos como muestra de respeto, y que cuida de sus congéneres con discapacidad o enfermedad. Una especie que ha sobrevivido, entre otras cosas, por su capacidad de solidaridad y comprensión. Pero por otro lado, somos una especie en la que sus miembros tienden a considerarse superiores a sus congéneres, sobretodo si son diferentes en su aspecto o discapacidad. Tenemos muy reciente, en nuestra historia, un ejemplo de lo que podemos ser capaces de hacer en este aspecto, con las ideas fascistas y nazis, y sus consecuencias.


    La película nos muestra como un grupo de seres humanos con « discapacidad » comparada con el resto de los considerados « normales », recuerdan lo importante de la vida, que es el apoyo mutuo, vivir cada uno de los días, disfrutar con el esfuerzo y la competición (donde siempre se puede ganar, aunque se pierda) y ver el « vaso medio lleno ». Como decían los Monty Pithon en su película « La vida de Brian »: « Siempre viendo la cara luminosa de la vida »


    Dicen que Francia ya está trabajando en el doblaje de la película para difundirla incluso en colegios. Está batiendo ya todos los récords de taquilla, y estoy convencido de que va a ser vista por cientos de miles de españoles y me alegro por el equipo de producción, y por el equipo de personas « discapacitadas », que sin ser actores profesionales, hacen un trabajo formidable.


    Soy de los que piensan que hay que pararse a pensar, a reflexionar y a comprender cual es nuestra escala de valores. Soy de los que creen que cada mañana, cuando nos miramos al espejo deberíamos dedicar un par de minutos a saber quien somos, y en qué vamos a « malgastar » nuestro tiempo ese día. Soy de los que están convencidos que la acumulación de riqueza (mucha o poca) y el vivir « angustiados » por querer « atar » un futuro lejano, sobre el que no tenemos ninguna capacidad control, no puede dejar de hacernos vivir con mayúsculas las horas de cada día. Soy de los que está firmemente convencido de que no hay otro camino, no lo hay, por mucho que nos quieran convencer de lo contrario quienes acumulan riqueza material sin fin, quienes defienden esas políticas neoliberales y neocapitalistas que tanto sufrimiento generan... No hay otro camino, decía, que el de dedicar recursos a nuestros congéneres con  capacidades  diferentes a las de quienes consideramos «normales».


    Necesitamos con mayúsculas, sacar sin ambages esa capacidad de solidaridad única del ser humano.  Estos seres humanos « diferentes » nos demuestran que son capaces de vivir con mayúsculas y de solidarizarse, como no sabemos o no queremos, los que nos llamamos « normales ». Soy de los que afirman, que no puede haber otra vía que la de dedicar recursos (humanos y materiales) para ellos, que en el fondo es para nosotros. Aquí no caben ni los « recortes » ni los « argumentos baratos » ni la hipocresía de pedir disculpas a un dios (el que lo tenga), mientras desprecia a sus congéneres o simplemente los ignora. « Ellos » nos necesitan tanto como « nosotros » a « ellos ».


    Soy, por último, de los que están convencidos que tenemos que « refundarnos » como sociedad, y en lugar de mirar a esos supuestos « salvadores de Occidente » que en realidad solo son « salvadores de su bolsillo », en lugar de seguir a esos « creadores de fronteras territoriales imaginadas y diferencias artificiales », debemos mirar a quienes saben vivir la vida, la única que tienen, la única que tendrán, y que tiene fecha de caducidad, aunque les importe « un pimiento » esto último.


    Fesser ha puesto micrófono y pantalla a un grupo de esos seres humanos con mayusculas que si saben vivir, y en lugar de darnos una lección de compasión, nos han dado una lección de vida.

            Bon Courage!

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