Alcázar de Cervantes

Por Miguel Ángel Martínez Cortés

En estas fechas conmemorativas de la muerte del ilustre escritor Miguel de Cervantes, se están organizando actos en su memoria, como Lectura Escolar y Popular del Quijote, visita de Gigantes y Cabezudos Cervantinos, el Quijote en las calles, charlas, conferencias y otros actos culturales y divulgativos.  En una publicación -El Pasaje-  que editada el Ayuntamiento de Alcázar de San Juan, allá por el año 2000, en la página dedicada a Jornadas Cervantinas, se hacía mención al nombre de esta ciudad como, Alcázar de Cervantes, como un slogan de los años treinta.

                          En mi propósito está, el intentar por medio de estas líneas, esclarecer los motivos que hubo en las autoridades Alcazareñas en la II República, concretamente en el periodo de la Guerra Civil,  para cambiarle el nombre de Alcázar de San Juan, por el de Alcázar de Cervantes.

                          En octubre del año 1936, el concejal del Partido Comunista  Emilio Tajuelo Martín - Menasalbas, propuso en una sesión de Pleno, “… que a la ciudad de Alcázar de San Juan se le cambiara el nombre por el de Alcázar de Cervantes”. El alcalde respondió al concejal, “ … que dicho asunto tenía que ir precedido de un expediente”. Por unanimidad de los Sres. Concejales acordaron procurar este asunto previa la tramitación reglamentaria correspondiente.

                          En el mes de marzo de 1937, se celebró una sesión extraordinaria de Pleno con un único punto en el orden del día, cual era, la PROPOSICIÓN DE CAMBIO DE NOMBRE DE ALCÁZAR DE SAN JUAN POR ALCÁZAR DE CERVANTES, era entonces Alcalde el socialista, DOMINGO LLORCA SERVER. El tenor literal del acta de dicha sesión es el siguiente:

                          “Abierta la Sesión por el compañero Alcalde, este expone el objeto de esta extraordinaria, cual es, el de cambiar el nombre de la población de Alcázar de San Juan, por el de Alcázar de Cervantes; hace una apología de este hombre inmortal, principio de las Letras Españolas, y considera que una ciudad como esta, en donde creemos tuvo su cuna y en donde se desarrollaron los pasajes más salientes de su inmortal obra; el mínimo homenaje que se le debe rendir, es el de que figure su apellido en el nombre de esta Ciudad, homenaje que sabemos todos, acoge el pueblo con la natural alegría y además teniendo en cuenta que esta Ciudad demócrata y laica en su origen, es su anhelo el que desaparezca el San Juan que hoy tiene. Por todo lo expuesto, propone al Pleno de la Corporación, representación genuina del Frente Popular y del pueblo en general, este cambio de nombre; máximo anhelo de todos sus vecinos desde hace bastante

tiempo.

                          Hacen uso de la palabra la mayoría de los Concejales presentes, estando conformes en un todo, con lo manifestado por el compañero Alcalde, alentándole para que a la mayor brevedad posible y por los medios legales establecidos, se solicite de los poderes públicos este cambio de nombre que consideran tan necesario para la población.

Por aclamación se acuerda aceptar la proposición del compañero Alcalde y que se verifique con la mayor urgencia posible la tramitación necesaria para conseguir la ejecución de este acuerdo”

              El sentimiento de los partidos políticos que componían la Corporación Municipal, era unánime en dicha cuestión, tanto es así, que las actas de las sesiones plenarias comprendidas entre las fechas 05/12/1936 al 04/10/1938, comenzaban del siguiente tenor literal: “En la Ciudad de Alcázar de Cervantes… “

              No obstante, de la proposición oficial de cambio de nombre formulado por el Consistorio Alcazareño, no consta que se recibiera respuesta alguna de las Autoridades competentes en esta materia.

              Una cuestión era la voluntad de los partidos políticos que conformaban el ayuntamiento en aquellos años, respecto al cambio de nombre de la ciudad, y otra la voluntad popular de los habitantes de la ciudad, que cuando se referían y nombraban el nombre de su pueblo lo hacían con el de ALCÁZAR DE SAN JUAN.

               El ideólogo que propuso este cambio fue el concejal - ya nombrado anteriormente en este escrito -  Emilio Tajuelo, concejal del Partido Comunista que, a pesar de no contar con la mayoría para poder gobernar, fue leal colaborador, en cualquier proyecto municipal,  del alcalde socialista Domigo Llorca. 

Domingo Llorca Server, nació en un pueblo de la provincia de Alicante. Casado y con un hijo. De profesión camarero. Trabajó en un bar, llamado “bar de la Osa”. Vivió en la casa que hace esquina entre las calles, Barco y Moral, hoy llamadas, Dr. Magdaleno García Alcañiz y Dr. Alberca Lorente.

               Ostentó la Alcaldía de Alcázar de San Juan desde abril de 1936 hasta febrero de 1938 y, fue el quebrantamiento de su salud el motivo por el que quiso dimitir en más de una ocasión, hasta que ésta le fue aceptada. Su capacidad de esfuerzo y trabajo fue siempre ensalzada por sus compañeros del Consejo Municipal, incluyendo los que no pertenecían a su partido político, el Partido Socialista. Después de su dimisión ocupó la Presidencia de la Cooperativa de Camareros.

               Tuvo en el joven, Julián Ruiz Molina, una ayuda encomiable. Fue su secretario particular en el Ayuntamiento. Persona de gran confianza para el Alcalde. Era empleado municipal, muy buen mecanógrafo; ostentaba además, la Secretaría General de las Juventudes Socialistas.     

               Al terminar la guerra, Domingo Llorca, pudo llegar a la ciudad de Valencia, junto a otros compañeros de partido de Alcázar de San Juan y desde allí logró huir en el último barco que logró zarpar con destino a Francia. Otros muchos compañeros de Llorca no corrieron la misma suerte, pues el barco siguiente dispuesto a partir en la misma dirección, fue interceptado por las tropas, llamadas nacionales.

   Murió en Francia, de forma natural.

Más en Opinión
Entrando en la página solicitada Saltar publicidad
Advertisement