Al concejal apodado "el abogado de la pluma", en penitencia

Por José Fernando Sánchez Bódalo

Es concejal y vice portavoz del PP en el Ayuntamiento de Alcázar, se proclama vocal de la Asociación de Monárquicos, representante de cofradías, abogado en ejercicio… Pero también falso acusador, incapaz de retractarse o reconocer el error, esquilmador de recursos públicos y sobre todo “gente de poco fiar”. No lo recomendaría ni como profesional ni como persona, ¡como para votarlo!

Acostumbra a lucir medallas, títulos, le gusta el boato y los oropeles, puedo afirmar que con este personajillo funciona aquello de que cuántos más signos externos más desnudez interior.

Cuatro años me ha tenido entre juzgados de lo penal y lo civil porque, después de mentir acusándome de haberme llevado  del ayuntamiento una “pluma” (estilográfica, entiéndase) valorada en 1500 euros, se ofendió cuando le demostré que era falso y le dije que era un “mercenario de la palabra” que “mentía por dinero” y para “hacer méritos” en su Partido y con su jefe Diego Ortega (por entonces Alcalde) que le había regalado un contrato “a dedo” con Aguas de Alcázar.

Ese era mi delito, decir la verdad: demostrar que no me había llevado nada del ayuntamiento y expresar mi sorpresa porque un profesional de la abogacía se comportara de esa forma tan mendaz.

Su persistencia en un asunto tan pueril le mereció el calificativo del “abogado de la pluma”. Y es que muchos  vecinos alucinaban con lo absurdo de la insistencia y lo ridículo de las pretensiones: ¡21.000 euros por lesionar su honor y su reputación profesional!  

 ¿Y aún se queja del apodo?

Puede que mi expresión sea fuerte, pero la mentira del “abogado de la pluma” formaba parte de una despiadada estrategia, urdida por el PP en connivencia con Ciudadanos por Alcázar, para acabar con los gobiernos socialistas a cualquier precio y principalmente socavando la reputación de las personas que los representábamos  con todo tipo de bulos, infundios y atribución de conductas que nada tenían que ver con la realidad y que, paradójicamente, el tiempo está  demostrando que eran práctica habitual de esos mismos partidos y personas.

Hay que tener mucha cara o mucha inconsistencia para estar  cuatro  años manteniendo su mentira y exigiendo a la vez la reparación de su honor y su patrimonio. Hay que tener mucha mala fe, intención de hacer daño y muy poca confianza en uno mismo cuando, siendo abogado de profesión, lo ha estado haciendo con el beneficio de la justicia gratuita  argumentando su extrema pobreza, con el claro propósito de no pagar  las costas de los perdedores.

Cuatro años haciendo uso y abuso de los servicios de la Justicia reclamando un daño patrimonial que no es capaz de ganarse como profesional para salir de la condición de “abogado indigente” con derecho a justicia gratis.

¿Habrá más daño al honor o mérito profesional que un abogado defendiéndose a sí mismo con justicia gratuita? ¿Es esa la confianza en su capacidad o en la razón de sus argumentos? ¿No será acaso un intento estúpido de molestar y hacer daño al adversario hasta la extenuación?

Este señor responde al nombre de Eduardo García Villajos y ha perdido todo, en lo Penal en Alcázar y Ciudad Real y en lo Civil, en Alcázar, en Ciudad Real y ya por fin en el Tribunal Supremo. Nadie le ha dado la razón, ni sus propios compañeros de Partido que también hacen risas con su caso.

Ha hecho el ridículo más espantoso, porque ¿a quién se le ocurre acusar falsamente a una persona, que le demuestren con pelos y señales la falsedad de su denuncia y encima hacerse el ofendido?

En política, ni en la vida debe salir gratis y mucho menos rentable, mentir y acusar falsamente a otra persona.  Por ello y en mi condición de ciudadano quiero que todo el mundo sepa qué clase de persona esconde ese concejal que no tiene escrúpulos para acusar a un adversario político con mentiras; que tampoco los tiene para abusar de su condición de abogado y  aprovecharse de los servicios públicos de la Justicia derrochando en pleitos sin sentido y absurdos por una idiotez y que sepan que “se declara pobre” siendo muy probable que solo espere de la política el salario que no es capaz de obtener de otra forma.

Ciertamente no sé cómo se puede tener derecho a justicia gratuita y hacer ostentación material patrocinando eventos locales. Tampoco entiendo cómo se puede hacer pública ostentación de su religiosidad faltando, también en público, a varios de sus principales mandamientos (No mentirás. No codiciarás los bienes ajenos. Amarás al prójimo…).

No obstante creo que con su mentira y el deseo de ganarse nada menos que 21.000 euros a costa de hacer daño a otra persona se ha merecido con justicia esa penitencia que sabiamente el pueblo le ha impuesto con el apodo de “el abogado de la pluma” ¡qué menos!

José Fernando Sánchez Bódalo

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