Encuentros en la Castelar

Hoy, con Ricardo Arias González (Investigador del Instituto IMDEA Nanociencia y del Centro Nacional de Biotecnología)

Por Antonio Leal Giménez

Nacido en la calle Cautivo, sus primeros juegos de calle los hizo en el Altozano y en la Plaza de España. Cuando era muy pequeño, su padre le inculcó la curiosidad y la lectura y su madre el coraje. Fue alumno del Colegio de Nuestra Señora de la Trinidad y del Instituto Miguel de Cervantes. En edades anteriores a la universidad, Ricardo dedicaba al baloncesto los mismos esfuerzos que hoy, en su laboratorio, dedica a la comprensión de la vida desde el punto de vista físico.

Recibió su licenciatura en Física Teórica en 1997 y su doctorado en 2002 por la Universidad Complutense de Madrid. Durante la investigación de su tesis doctoral en el Instituto de Ciencia de Materiales de Madrid (CSIC) y estancias en el Instituto Nacional de Estándares y Tecnología (NIST, Maryland, EE. UU.), EMBL-Heidelberg (Alemania) y École Centrale Paris (Francia), desarrolló teorías para comprender el campo electromagnético en las nanopartículas. Luego, se trasladó a la Universidad de California en Berkeley (EE. UU.) para realizar un postdoctorado. Allí se inició en el estudio experimental del ADN, manipulando moléculas una a una. En 2006, se incorporó al Centro Nacional de Biotecnología (CSIC), Madrid, donde desarrolló un laboratorio de manipulación de moléculas individuales, incluyendo la técnica de pinzas ópticas cuyo inventor, el físico americano Arthur Ashkin, ha recibido en 2018 el premio Nobel de Física. Es de destacar que Ricardo fue el pionero en nuestro país en esta tecnología.

Desde 2008, trabaja en IMDEA Nanociencia, donde dirige el Laboratorio de Nanomanipulación Óptica. Allí aborda las fronteras del conocimiento y la tecnología dirigiendo un equipo de jóvenes científicos como un entrenador de baloncesto hace con sus jugadores. Trabaja en el campo de la biofísica molecular y promueve el estudio de las macromoléculas que conforman la maquinaria de las células. También investiga nanosistemas biocompatibles desde el punto de vista de la física mesoscópica y la química biológica. Su equipo está actualmente involucrado en la comprensión de las transiciones estructurales de los ácidos nucleicos, los motores moleculares relacionados con el procesamiento de la información y las nanopartículas funcionales que se pueden usar en la nanomedicina. Es autor de numerosas publicaciones en las revistas científicas más relevantes y colaborador de los diarios El País y El Mundo, entre otros, en temas de ciencia.

Ricardo siente verdadera pasión por el conocimiento en general y por su especialidad, tiene una gran capacidad de observación y no deja de formularse preguntas y seguir hasta el final la consecuencia lógica de sus cuestiones. Considera que la ciencia no debe quedar solo entre los científicos sino que ha de llegar a toda la sociedad mediante la divulgación.

Nuestro Encuentro tiene lugar en la redacción de El Semanal de la Mancha, situado junto a la casa donde nació.

PREGUNTA: Miguel de Cervantes reflejó en sus obras el estado de las ciencias de su época, en una España que algunos expertos consideran pionera en tecnología. ¿Consideras El Quijote como el momento germinal de la ciencia moderna?

RESPUESTA: Je, je, en nuestra tierra hay una influencia muy grande de Cervantes y su obra, ¡y que me abarca! Creo que El Quijote está codificado en los genes de los manchegos y alcazareños -se ríe-. Para hacer ciencia hay que desarrollar nuestra parte más quijotesca, puesto que has de tener la valentía de cuestionar todas las cosas que observas, incluso las más establecidas, vengan de personas de renombre o de toda una cultura a lo largo de la historia. Los sentidos y la intuición juegan malas pasadas y lo que a veces parecen constructos de nuestra mente, como los que don Quijote imaginaba, pueden convertirse en la verdad perseguida. Sin embargo, no considero a don Quijote o a Cervantes más relacionados con la ciencia que este paralelismo que establezco.

P. Hay instantes que se nos quedan grabados en la memoria y no sabemos exactamente por qué. Cuándo en el Instituto tuviste que decidir si estudiar Ciencias o Letras, ¿por qué elegiste Ciencias, si tenías verdadero interés por las Letras? ¿Te resulta un poco raro ser un poco de Letras y un poco de Ciencias? ¿Estoy conversando con un científico que hace literatura mientras habla de ciencia?

R. Las fronteras del conocimiento no existen, la ciencia forma parte de la cultura, no menos que la literatura, el arte o las lenguas. Cuando intentamos compartimentar la cultura nos aislamos a nosotros mismos y nos hacemos más mediocres. No entiendo la tendencia a la separación aunque tarde o temprano hemos de especializarnos si queremos aportar algo nuevo. En ese sentido, yo me decanté por la ciencia profesionalmente sin que ello haya supuesto una merma a mi interés por las letras y artes. Todo lo contrario, ellas son fuentes de creatividad para la labor científica.

P. ¿Cuál es la situación real de la investigación científica en España? ¿Cómo se percibe al investigador? ¿Nos sobra talento científico pero nos faltan fondos y cultura por patentar?

R. El funcionamiento de la ciencia en un país no es más que un reflejo de su sociedad. Al contrario que para la literatura, España no es un país con tradición de científicos pero esto no debe desanimar a quienes quieran ser aventureros del conocimiento, pues no establece ninguna ley. Concretando el reflejo al que hago alusión, España no solo dedica poco dinero a la investigación sino que además los fondos no se distribuyen adecuadamente. Somos un país de amigos y eso, que en el terreno social es muy bueno, en el profesional se traduce en una fuente de endogamia que perjudica gravemente el espíritu competitivo y el desarrollo del talento.

P. Con la falta de financiación, los escasos recursos de las universidades y centros de investigación y la falta de nuevos puestos de trabajo, ¿tienen los jóvenes investigadores españoles posibilidades de asentarse en nuestro país?

R. La crisis económica que hemos vivido en los últimos años podría haber servido para sanear nuestro sistema científico en pos de una optimización de los recursos pero, lamentablemente, ha acrecentado la endogamia con el fin de que los que ya estaban aquí, fueran los mejores o no, no perdieran su trabajo. La consecuencia es que tenemos en el extranjero gente que está explotando su carrera con una formación pagada por todos los españoles. No, hoy es más difícil regresar que cuando yo me marché a Berkeley porque hay menos posibilidades y las que hay no se están usando bien. Pero, de nuevo, esto no es ley, las cosas pueden cambiar siempre y cuando haya voluntad.

P. ¿Piensas que España puede permitirse el lujo de perder contacto con los científicos españoles en el extranjero? Si existiera colaboración con nuestros investigadores en el exterior, ¿crees que se reduciría los efectos de la fuga de cerebros y mejoraría nuestra competitividad?

R. Existen colaboraciones con científicos españoles en el extranjero, eso no es un problema. El problema es que los científicos de la cantera española están marcando los goles para equipos extranjeros, si me permites el símil con el deporte. La fuga de cerebros se produce cuando las personas con capacidad para hacer cosas grandes sienten que no son apoyadas en su país. Esto se traduce en que no obtienen una posición laboral digna o no reciben los fondos que necesitan en virtud de concursos competitivos.

P. El gasto global en I+D es ahora porcentualmente menor respecto al PIB que hace una década y el mayor centro público de investigación en España (el CSIC) ha perdido miles de investigadores. ¿Crees que la ciencia y la innovación deberían ser preservadas de los vaivenes económicos como única manera de garantizar el futuro de este país?

R. Nuestra sociedad global está altamente tecnologizada, si me permites la expresión, y esto implica que la economía de un país está hoy, más que antes en la historia, fuertemente conectada con la actividad científica. En España no queremos ver esta realidad. Es verdad que somos afortunados por nuestras posibilidades turísticas y que nos gusta mucho el ladrillo, pero esto no nos permite defendernos de las fluctuaciones económicas en el mundo. Otros países de la unión europea incrementaron el gasto en investigación para salir antes de la crisis (y les funcionó) y nosotros no solo fuimos de los primeros en hundirnos, sino que estamos siendo de los últimos en sacar la cabeza.

P. En tu caso te marchaste fuera para terminar tu formación y volviste siendo un investigador de éxito. ¿Puedes explicarnos con algunos ejemplos qué es la Nanociencia? ¿Qué es la Nanotecnología? ¿Qué supone la Nanotecnología a día de hoy? ¿Qué avances en esta área consideras que serán decisivos en los próximos años? ¿Cuáles son tus fuentes de inspiración?

R. La Nanociencia es la investigación interdisciplinar (física, química y biológica) de los fenómenos naturales que tienen lugar en escalas moleculares y atómicas y la nanotecnología es el brazo ingenieril del conocimiento obtenido. Hoy podemos mover cosas de tamaños entre 0,1 y 100 nanómetros y hemos empezado a construir objetos con propiedades a la carta porque tenemos tecnologías para organizar dichas piezas fundamentales de la materia con gran precisión. La Nanociencia y Nanotecnología, lejos de lo que pueda parecer, no está teniendo éxito solo porque se consiga miniaturizar la tecnología actual, sino porque se está explotando fenómenos que solo ocurren en esta escala tan pequeña. Esto permite introducir nuevos conceptos en el desarrollo y la innovación. Las áreas más beneficiadas serán sin duda la ciencia de materiales, la medicina, la computación y la inteligencia artificial.

P. ¿De qué están hechas las cosas? ¿Cuál es tu punto de interés en el campo de las nanociencias? ¿Qué peculiaridad presenta la revolución nanotecnológica con respecto a otras que le han antecedido, como la de la información y la biotecnológica?

R. Si nos situamos en la escala nanométrica, las cosas están hechas de moléculas y átomos. Por supuesto, por debajo de esa escala hay otras partículas elementales y fenómenos pero hoy no tenemos el control tecnológico ni el conocimiento científico que se exige para llevar esa escala a establecer una revolución con calado social. Como revolución, la nanociencia está siendo un brazo potenciador de todas las revoluciones que comentas y otras muchas que ya hemos discutido. Es decir, la nanociencia tiene la peculiaridad de ser horizontal, de tender puentes entre la biología, la física, la química, la ingeniería y la medicina y amplificar las revoluciones ya existentes en estas disciplinas de manera unida.

P. ¿Qué repercusiones tienen para la sociedad contemporánea los cambios que se están evidenciando en el campo de la Nanociencia y la Nanotecnología y qué problemas potenciales pueden surgir?

R. Estamos en los albores de la nanotecnología. El número de aplicaciones industriales es todavía pequeño. Esto quiere decir que es muy pronto para observar los cambios para la sociedad, sean buenos o malos. Las nanopartículas es una de las pocas tecnologías “nano” que empieza a estar muy presente en productos comerciales. Se está encontrando que materiales convencionales pulverizados en forma de partículas muy pequeñas no solo potencian las propiedades ya conocidas sino que pueden manifestar otras. Esto resulta útil para muchos fines pero liberadas en el ambiente y en grandes cantidades pueden provocar problemas incontrolables para la salud y el medioambiente. Existen otros peligros no asociados a las nanopartículas pero de momento forman parte de la ciencia-ficción: la construcción de nanomáquinas que se autorreproduzcan y nos invadan, el incremento y ubicuidad de sistemas de información ultrarrápidos que permitan controlar todo sobre todos, la generación de ordenadores con capacidad de decisión...

P. ¿De qué manera podrían incidir las innovaciones nanotecnológicas en el crecimiento económico y el desarrollo sostenible? ¿Cambiará nuestra vida la nanociencia?

R. Voy a contestarte en relación a nuestra tierra pues la pregunta es muy amplia. La investigación en nanomateriales está permitiendo incrementar la eficiencia de las células solares y los materiales fotovoltaicos necesarios para almacenar y usar energía eléctrica. Esta energía es mucho más limpia que las que usamos mayormente hoy y altamente eficiente. España es un país privilegiado para las energías alternativas. Más en concreto Castilla-La Mancha y nuestro pueblo están favorecidos de manera natural para la aprovecharse de la energía solar. No estamos siendo buenos en la investigación y desarrollo de células solares pero podríamos serlo en su uso para producción y comercio de la energía solar. Nos puede colocar en lugar importante en el mapa energético mundial. Esto incidiría profundamente en nuestro desarrollo sostenible y no hace falta decir que nos promocionaría económicamente. Es una oportunidad que no podemos dejar pasar pero debemos alejar nuestros complejos y nepotismo.

P. Eres el introductor en España de las pinzas ópticas con aplicaciones biológicas. ¿Cuáles son las ventajas de las técnicas ópticas? ¿Estamos en un campo de investigación muy innovador en esta década?

R. Las tecnologías basadas en la luz han venido asociadas a los microscopios y telescopios. Sin embargo, el reciente premio Nobel de Física ha evidenciado otras aplicaciones menos esperables: la generación de pulsos de luz de alta intensidad para generación de altas energías y operaciones de gran precisión, por un lado, y las pinzas ópticas, por otro. Esta última, como su nombre deja entrever, sirve para asir objetos con tamaños que van desde el micrómetro hasta el nanómetro, precisamente la región de tamaños importante en nanotecnología. La peculiaridad de esta técnica es que permite coger estos objetos sin contacto material pues son los fotones que componen el haz de luz los que generan las fuerzas atractivas. La capacidad de la luz de penetrar membranas y tejidos biológicos posibilita que la manipulación pueda ser intracelular, con la célula viva, algo que está impulsando esta invención todavía más lejos en recientes años. La física que hay por debajo es compleja pero la idea de manipular moléculas y átomos con fuerzas ultrapequeñas es intuitiva y potente, por eso las pinzas ópticas se ha expandido a muchos campos de la ciencia.

P. Trabajas en el campo de de la nanobiofísica, que promueve el estudio de las macromoléculas que conforman la maquinaria de las células. ¿Qué intentas llegar a comprender en esta línea de investigación? ¿Por qué serán importantes para la sociedad los nuevos hallazgos? ¿Qué repercusiones tendrá en el cuidado de la salud?

R. Yo me centro en la física y las matemáticas aplicadas a la biología. Me apasiona entender la célula como un conjunto de nano-máquinas coordinadas y precisas y con tareas altamente especializadas, asumirla como una miniciudad industrial en la que se encuentran fenómenos físicos nuevos. Intento comprenderlos y luego extrapolarlos fuera de la biología; introducirlos en el diseño de nuevos materiales o plasmarlos como inspiración para la ingeniería. Casi toda la ciencia que yo hago, sea experimental o teórica, tiene un carácter fundamental, es decir, me interesan más las investigaciones que generen conocimiento que las que generen aplicaciones, aunque no las pierdo de vista. En particular, acabamos de enviar una patente para realizar imágenes dinámicas celulares de alta precisión. En ella combinamos el uso de nanopartículas luminiscentes y pinzas ópticas. Las nanopartículas servirán como vehículos médicos de dimensiones ínfimas y compatibles con las células de nuestro cuerpo para depositar fármacos de manera precisa (idealmente sin efectos secundarios), para destruir tumores de manera más controlada o para hacer cirugía célula a célula en nuestro cuerpo.

P. ¿Podemos decir que la Nanociencia es una disciplina de futuro que generará grandes avances tecnológicos y que podría desencadenar una segunda revolución industrial en el siglo XXI? ¿Ayudará a mejorar los métodos para detectar y tratar enfermedades como el cáncer? ¿Contribuirá a que los ciudadanos podamos vivir más felices?

R. Ja, ja, ja, Antonio, empezaste la entrevista con llamadas a la literatura y ahora la terminas con la filosofía. Lo de vivir más o menos felices es una cuestión relativa. Personalmente creo que la ciencia y la felicidad pueden correr paralelas, perpendiculares o antiparalelas, si me permites el lenguaje de físico –sonríe-. Es decir, la ciencia puede traer a la sociedad felicidad, neutralidad o desgracia. Está claro que ahora vivimos más y tenemos más remedios para las enfermedades, pero también tenemos más capacidad de contaminación, autodestrucción y control humano. Lo que sí está claro es que el avance de la ciencia es imparable y esto viene un poco de nuestra condición animal, que nos obliga a buscar cosas más allá de nuestra zona de confort. Evolutivamente, la especie humana ha sido la mejor adaptada en esta faceta exploradora. La curiosidad que sentimos por las cosas, sean científicas o cotilleos, no es más que una extrapolación de una necesidad primaria por sobrevivir. Entonces, sí, la ciencia nos llevará a grandes avances tecnológicos y estos ya están generando una nueva revolución industrial en el siglo XXI. Nos damos cuenta, por ejemplo, de que entramos en una sociedad de la información. Nuestros hijos nacen en ella y lo verán como algo normal pero es muy fuerte...

P. Dentro de unos meses, jóvenes estudiantes de Alcázar de San Juan tendrán que escoger entre Ciencias o Letras. Einstein compaginó la física con la música y demostró que la clásica dicotomía del alumno de instituto puede esquivarse. ¿Qué le dirías a nuestros jóvenes alcazareños como despedida?

R. Primero, que exploren y descubran qué les apasiona. Esto puede parecer una simpleza pero no lo es, pues cada vez encontramos más apatía en edades mas tempranas. Segundo, que intenten hacer algo que les apasione. Tercero, que no conviertan el éxito en el objetivo porque esto matará la pasión; el éxito puede aparecer como una consecuencia, solo así lo disfrutaremos óptimamente. Cuarto, que se blinden contra la dificultad y el rechazo. Quinto, que, por mucha pasión que tengan en algo, no se obcequen con vías muertas y den algunos pasos hacia atrás antes de continuar. Por último, que piensen que vivir de lo que nos apasiona, ya sea música, literatura, ciencias o deportes, es deseable pero esto no tiene por qué implicar que sea nuestro trabajo; y si finalmente lo es, que se resist

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