ENCUENTROS EN LA CASTELAR

Hoy, con Jesús Ramón Jiménez Octavio (Doctor Ingeniero Industrial, profesor del ICAI)

Por Antonio Leal Giménez

Jesús R. Jiménez nació en la calle Ancha y fue al colegio de las Trinitarias. Persona aparentemente seria, pero con gran sentido del humor. En su época de estudiante universitario en Madrid, pasaba muchas noches cocinando y experimentando postres para sus invitados. En la actualidad resultaría un magnifico concursante del programa “Master Chef”. Se siente muy alcazareño, de hecho, en aquella época, una vez al mes, se reunía con todos los amigos de Alcázar en su piso madrileño y les preparaba unas magníficas gachas.

Obtuvo la titulación de Ingeniero Industrial en 2004 por la Universidad Pontificia Comillas y la de Doctor Ingeniero Industrial en 2009 por la misma universidad, con la tesis doctoral titulada "Análisis dinámico y optimización de catenarias para alta velocidad". Actualmente, con más de doce años de experiencia, es Subdirector Académico del ICAI, desarrolla su labor docente en el Departamento de Ingeniería Mecánica como profesor del área de mecánica de medios continuos; y su labor investigadora en el área de análisis y diseño en ingeniería del Instituto de Investigación Tecnológica. Ha obtenido el Premio Talgo a la Innovación Tecnológica 2010, con el trabajo "Simulación, cálculo y optimización ferroviaria". La investigación fue desarrollada por un equipo de cuatro personas encabezado por el profesor Jiménez Octavio y compuesto, además, por Miguel Such Taboada, Alberto Carnicero López y Eduardo Pilo de la Fuente. Su aportación, además de valerles el reconocimiento del sector ferroviario, ha supuesto una importante contribución a la alta velocidad ferroviaria, donde ciertos aspectos del diseño resultan determinantes en la calidad de servicio que a esta tecnología se le supone. Uno de éstos es el de asegurar que el comportamiento de la catenaria sea plenamente satisfactorio cuando el pantógrafo de la locomotora esté en contacto con ella, requisito que este grupo de investigación consiguió validar para la certificación de la catenaria del trayecto Madrid-Barcelona.

Jesús es autor de numerosas publicaciones en revistas científicas y comunicaciones en congresos internacionales, ha participado en más de treinta proyectos de investigación, ha realizado estancias e impartido cursos en Universität Hohenheim, Universtity of Illinois at Chicago, Leibniz Universität Hannover y Centre for Fire Safety Engineering de University of Edinburgh, además de otras actividades relacionadas con su profesión. Tiene una gran capacidad para realizar diversas actividades al mismo tiempo, siendo una persona muy ordenada y organizada. Identifica las necesidades de las personas y los procesos que tienen a su alrededor y, sobre todo, tiene la habilidad de coordinar a todos los involucrados en favor de una meta. Suele enseñar con el ejemplo y entiende la importancia de sentirse alineado con los valores y la filosofía de la empresa para la que trabaja. Tiene una gran iniciativa y aprende por sí mismo para aplicar las metodologías adecuadas que le lleven al cumplimiento de sus objetivos. Asume un gran compromiso social y cuenta con la visión y la voluntad para influir en la mejora de las condiciones de vida de las personas que le rodean y cuidar del bienestar de la comunidad.

Nuestro Encuentro tiene lugar paseando por los andenes de la estación de ferrocarril teniendo de testigo a las catenarias.

PREGUNTA: Desde que terminaste tus estudios elementales, hace ya algunos años, no has dejado de venir a nuestro pueblo, al menos una vez al mes. ¿Cómo estás viendo la evolución de Alcázar de San Juan? ¿Qué lugares te gusta visitar en tus viajes? ¿Cuáles son tus recuerdos más entrañables?

RESPUESTA: Los mejores recuerdos, los que sobreviven al tiempo y a la distancia, son los ligados a la familia, los amigos y los lugares comunes. Regreso a éstos con frecuencia y compruebo que siendo los mismos son siempre diferentes, quizá por eso no es fácil dejar pasar el tiempo sin dar un paseo por la Castelar, aunque sólo sea desde la calle Ancha hasta la plaza, dejarse caer por Las Cancelas, por la peluquería de Rafa necesariamente y por suerte cada pocas semanas y sin duda esta estación, lugar de continuos reencuentros y despedidas. Aparte de estos y sobre todo cuando he recibido alguna visita de amigos de fuera de España, una subida a los molinos o una escapada a las lagunas de Ruidera siempre han estado en el plan de viaje. En este sentido, no sé si siendo los recuerdos más entrañables pero sí los que me vienen ahora, recuerdo una Navidad en la que recibí a dos amigas de República Checa y sin esperarlo se encontraron con nuestro carnaval… no sabría decirte de qué nos disfrazamos, ¡pero cómo lo pasamos!

P. ¿Por qué decidiste estudiar ingeniería? ¿Cuál fue tu motivación principal? Antes de entrar en la universidad ¿Te considerabas una persona innovadora, creativa y capaz de resolver problemas complejos?

R. Pasados los años las razones para haber estudiado ingeniería tal vez se han ido difuminando, creo que las he ido rehaciendo una y otra vez con mi carácter… Es cierto que los retos que me planteaban la física y la matemática fueron una fuente de motivación y seguramente los profesores que me ayudaron a superarlos y a resolver problemas complejos lo fueron aún más. Sin embargo, dado que las humanidades me atraían de igual modo, con el tiempo creo que no fueron las respuestas sino las preguntas las que me llevaron hasta la ingeniería, entendiéndola como un torrente de aplicaciones de las ciencias con impacto directo e inmediato sobre la vida de las personas.

P. ICAI, es una referencia de por vida ¿Cómo recuerdas tu primer día en la Universidad Pontificia Comillas, dirigida desde hace más de un siglo por la Compañía de Jesús, la institución privada que cuenta con más universidades en el mundo? ¿Qué entendemos por “espíritu del ICAI”? ¿Qué aspectos de la formación que recibiste en ICAI consideras que te han sido más útiles para tu vida profesional?

R.  A veces los detalles que parecen más insignificantes son los que propician las enseñanzas de mayor calado. Probablemente en mis primeros días en el ICAI me pasaran desapercibidos algunos de los aspectos formativos que hoy me parecen esenciales en Comillas. Hoy en día, la especialización es tal en casi cualquier disciplina que la capacitación técnica para impartir una determinada materia es condición necesaria aunque no suficiente, especialmente si la aspiración es la de convertirse en maestro. Así que tal vez fuera el encontrarme con personas íntegras, vocacionadas para la enseñanza y la ingeniería, lo que más útil me haya sido en mi vida profesional. De hecho, volviendo a los detalles, seguramente el famoso espíritu de ICAI sea el poso clave y distintivo, un sentido de comunidad y apoyo mutuo, de servicio y compromiso labrado desde el primer día que se pisa la escuela trabajando en pequeños grupos y haciendo de la asistencia obligatoria la mejor excusa para que nadie se quede en el camino.

P. ¿Cómo fueron tus inicios en la Ingeniería? ¿Cómo definirías tu crecimiento profesional hasta el día de hoy? ¿Cómo evalúas la situación de la Ingeniería Industrial en España?

R. Después de acabar los estudios de Ingeniería Industrial tuve la oportunidad de iniciar mi carrera profesional en el Instituto de Investigación Tecnológica de ICAI, donde fui encadenando mi participación en pequeños proyectos de investigación aplicada para diferentes empresas y organismos públicos hasta descubrir que aquel enfoque de la ingeniería era el que más me apasionaba. Así, compatibilizando la investigación con la docencia, con un pie en la industria y otro en la universidad he ido creciendo profesionalmente hasta hoy, que es cuando la gestión académica más me ocupa. Tal vez por ello mi visión de la Ingeniería Industrial en España tenga cierto sesgo a la identificación de oportunidades para la investigación tecnológica y la innovación, especialmente en la respuesta a los nuevos retos de la movilidad autónoma, la descarbonización de transporte, la automatización e integración de las comunicaciones y el análisis masivo de datos en los procesos industriales, la ciberseguridad, etc.

P. ¿Crees que el factor diferencial de la escuela de origen marca una diferencia? Es decir, ¿El prestigio del centro de estudios supone una ventaja de partida para el posterior desarrollo profesional? ¿Qué opciones concretas se le presentan a los que quieran estudiar en el ICAI?

R. En primer lugar me gustaría destacar la confianza que me suscitan muchas otras escuelas de ingeniería en España, con excelentes profesores y programas formativos de gran calidad. No obstante, es indudable que por la tradición, por el estilo pedagógico, por la exigencia continua y especialmente por los valores que se aprehenden en el ICAI, esta escuela marca una diferencia a ojos de la industria, resultando en una sobreoferta de prácticas y empleo para los alumnos de últimos años. En este sentido, aunque las titulaciones de referencia son las de Ingeniería Industrial y Telecomunicaciones, en el ICAI se procura también la creación y actualización ágil de los programas Máster para dar respuesta rápida a los retos de la sociedad: Movilidad y Seguridad, Big Data, Industria Conectada, Energía y Medioambiente, Ciberseguridad, etc.

P. Hiciste la especialidad de Mecánica, ¿Por qué optaste por ella? Hemos nacido en un pueblo ferroviario por excelencia.  Aún recuerdo cuando nos decían “que estaban electrificando la Renfe”. Palabras como pantógrafo y catenaria nos resultan conocidas. ¿Cuáles son los principales avances y beneficios para el sector ferroviario que aportó tu investigación que mereció el premio Talgo a la innovación?

R. Mi opción en realidad fue la de estudiar ingeniería y descubrir cómo poner las ciencias y la tecnología al servicio de la sociedad, así que quizá por su mayor diversidad y alcance respecto a otras especialidades me decanté por la especialidad mecánica. Después, durante el doctorado y motivado por los proyectos de investigación para la industria en los que participé, me fui acercando a la mecánica de medios continuos y la simulación computacional aplicada a la interacción dinámica entre el pantógrafo y la catenaria como muy bien apuntas. Un hecho que para ser de Alcázar, un pueblo de evidente tradición ferroviaria, ¡no deja de ser curioso! Concretamente, a raíz del proyecto de certificación de la catenaria española para la línea de alta velocidad entre Madrid y Barcelona, el equipo de investigación del Instituto de Investigación Tecnológica desarrollamos una nueva formulación de cálculo numérico para la simulación computacional de esta estructura de cables para la alimentación eléctrica del AVE, proponiendo además la optimización del diseño a diferentes niveles. Aquel premio Talgo supuso el reconocimiento, no sé si merecido, de una de las empresas españolas de mayor innovación en el sector ferroviario y, paralelamente, la experiencia acumulada nos permitió posicionarnos a nivel europeo como un grupo de referencia y colaboradores de la Agencia Europea Ferroviaria o CENELEC.

P. La gestión y planificación de proyectos es una de las habilidades más solicitadas a los ingenieros. ¿Qué es lo más importante a tener en cuenta a la hora de afrontar la planificación de un nuevo proyecto? A los ingenieros se les suele pedir que sean críticos y que piensen más allá de lo establecido. ¿Cómo se pueden  desarrollar estas habilidades?

R. En mi opinión la preparación de los ingenieros, si en algo es especialmente atractiva para la sociedad, es en la multidisciplinariedad y elasticidad para abordar nuevos retos. No todos los ingenieros tenemos el ingenio ni mucho menos el genio suficiente para resolver ciertos problemas, pero sí que durante los estudios se aprenden herramientas de muy distinta índole para intentarlo. Así, partiendo de asignaturas de carácter científico y tecnológico en los primeros cursos, se sientan los cimientos para otras comunes a cualquier tipo de proyecto como son la propia planificación y gestión, liderazgo, contabilidad, finanzas, etc. No obstante, con éstas también se trabajan otras habilidades transversales aún más importantes y que creo que a la postre son las esenciales, en particular el trabajo en equipo y la actitud de servicio. En realidad estas habilidades no se llegan a desarrollar por completo hasta acumular una cierta experiencia laboral, pero creo que en la Universidad se pueden al menos despertar y orientar al liderazgo de proyectos y gestión de equipos.

P. ¿Cómo crees que ha evolucionado el perfil de estudiante de ingeniería en los últimos años? ¿La educación es tu verdadera vocación? ¿Piensas que los sistemas educativos deben encontrar fórmulas más efectivas para integrar la tecnología en los procesos de enseñanza aprendizaje?

R. Los mayores cambios que en los últimos años han hecho evolucionar no solo el perfil de los estudiantes de ingeniería, sino en mi opinión a toda la sociedad, son los de las comunicaciones. Sin embargo, a pesar de ser ésta una generación nativa digital, su desjerarquización de las fuentes de información y su dependencia de las redes sociales la hace en mi opinión extremadamente vulnerable. El acceso mediante un simple terminal a la mayor biblioteca que haya existido en la historia de la humanidad es una oportunidad tremenda para el saber. Pero en medio de esa inmensidad es fácil confundir la información con el conocimiento, conformarse con las reseñas sin beber de las fuentes. Especialmente cuando las urgencias de las redes que tanto di-vierten, raptan el tiempo y la predisposición al esfuerzo que exige el aprendizaje, así como la presencia que exige el encuentro personal. Creo que ese es y seguirá siendo el factor clave, pues si bien la tecnología es ya hoy un coadyuvante indispensable en el proceso de aprendizaje que habrá de ir a más con la realidad virtual, la referencia de modelos personales vocacionados me parecen esenciales para la formación de los jóvenes. Así que sí, creo que esta aspiración es hoy en día la que más me motiva y puede ser mi verdadera vocación profesional.

P. ¿Consideras que es más importante para un profesor pensar en metodologías y pedagogías que hablar de hardware y software? ¿Se debe proporcionar a los docentes entornos de aprendizaje que apoyen las tecnologías del siglo XXI y a los estudiantes las habilidades necesarias para tener éxito en el mercado de trabajo?

R. No diría tanto, ya que dominar los contenidos es el punto de partida esencial, pero ser capaz de transmitirlos es también muy importante. Tal como hablábamos antes los últimos años han sido revolucionarios para la comunicación a todos los niveles y para la enseñanza no lo ha sido menos. Sin confundir el conocimiento con la tecnología, las herramientas que ésta puede proveer actualmente pueden ser de gran ayuda para el aprendizaje. Así que estoy de acuerdo en que se debe proporcionar a los docentes estos entorno, o casi mejor, dotar las universidades y otros centros de enseñanza de personal técnico capacitado para elaborar contenidos de una forma pedagógicamente mejor adaptada a los jóvenes de hoy, aunque en mi opinión nada iguala la potencia de transmisión de conocimientos a la que se puede llegar en la relación directa maestro-alumno.

P. ¿En la actualidad es mucho más evidente la relación entre ser un buen docente y una persona consecuente y coherente? ¿Qué tienen que saber hacer los profesores de ingeniería en cuanto a las competencias didácticas? ¿Cuánto ha cambiado el perfil profesional de los docentes? En tu criterio, ¿Cómo sería el docente ideal?

R. No sé si actualmente es más evidente que en otro tiempo, pero creo que sí es muy necesario. Hoy los modelos y los referentes éticos no abundan, por lo que yo resaltaría como valores más destacables en un profesor, al margen de su competencia técnica, la consecuencia, la coherencia y en el fondo su integridad ética. En la ingeniería, como en las ciencias y las humanidades en general, ningún conocimiento es totalmente neutro y difícilmente escapa del juicio que se establece en el aula cuando se presenta. De ahí que el buen docente para mí sea aquel capaz de plantear los problemas de forma rotunda, argumentar las posibles soluciones, quizá también la justificación por su opción preferencial y por encima de todo abrir el debate y con éste la mente al juicio crítico de los estudiantes. Es difícil vincular estas aptitudes a las competencias didácticas, pues en verdad para mí tiene más que ver con la dimensión personal con la profesional, aunque como muy bien intuyes con tu pregunta en la docencia van íntimamente unidas.

P. Estás en contacto directo con esta generación de jóvenes de la que a veces se habla tan mal: se los retrata como personas sin interés, sin capacidad de trabajo, sin inquietudes... Por otro lado, se dice que tenemos la juventud con más talento y mejor preparada de la historia, a pesar de la lentitud de nuestro sistema universitario para adaptarse a los cambios ¿Estás de acuerdo con estos retratos?

R. No sería justo ni realista dejar entrever que los jóvenes no son conscientes o no se esfuerzan por superar las barreras que se encuentran, pero sí creo que su dispersión en las redes sociales y la carencia de verdaderos maestros, reemplazados paulatinamente en todos los estados educativos por una suerte de facilitadores laxos del aprendizaje, limitan su umbral de percepción de la realidad. Podemos cargar las tintas contra las políticas educativas y la lentitud de nuestro sistema, seguramente con razón, pero cuando la vocación por el saber es débil y la referencia de la autoridad moral se desvanece, entonces la relación entre profesor y alumno puede llegar a reducirse a un clientelismo alentado por la promesa de un trabajo. Un problema aún mayor que trasciende a los jóvenes universitarios y alcanza al corazón de nuestra sociedad. En cualquier caso no creo que sea la juventud con más talento, pero sí la que goza de un mayor potencial y medios para conseguir ser la mejor preparada, así que especialmente aquellos que de alguna forma engranamos el sistema educativo tenemos el reto de conseguirlo.

P. Una tendencia emergente es la internacionalización. ¿Qué oportunidades tienen los estudiantes de ingeniería durante sus estudios de conocer qué se hacen otros países? ¿En qué medida ha mejorado la “Marca España” el hecho de que muchos Ingenieros hayan tenido que salir a trabajar al exterior?

R. Desde luego, después de más de 30 años desde que el programa Erasmus arrancara en España, la internacionalización de los estudiantes solo ha crecido y con ésta, también la movilidad laboral especialmente en los primeros años de carrera profesional. Actualmente, además de las opciones de intercambio también hay una tendencia creciente a realizar prácticas fuera de España, otra perspectiva para los estudiantes de conocer el mundo de la ingeniería en otros países y enriquecerse culturalmente. De hecho, en el ICAI más del 90% de los alumnos disfrutan al menos durante un semestre de alguna de estas opciones de internacionalización, lo cual también favorece la llegada de estudiantes de algunas de las mejores Universidades del mundo a nuestras aulas. Por mi experiencia, o quizá mejor dicho por la de algunos compañeros de estudios que probaron suerte, los ingenieros que desde hace años han ido saliendo a trabajar al exterior han contribuido con su talento y sacrificio a la revalorización de la “Marca España”. Sin embargo, la movilidad en la ingeniería es algo que trasciende a la formación, los costes de producción o al propio mercado. Los proyectos ya se plantean de forma global atendiendo a la diferente especialización de los equipos y de sus enfoques, por no hablar de las acciones europeas en investigación y transferencia a la sociedad para fomentar la conformación de consorcios multidisciplinares e internacionales que puedan competir a nivel mundial y, por otra parte, derribar las fronteras que siguen debilitando Europa.

P. ¿Cuáles son las principales diferencias que aprecias entre los ingenieros de tu época y los que salen de las últimas promociones? ¿Qué consejo les darías a los estudiantes de Ingeniería para lograr una buena preparación, y que cumplan el logro de sus objetivos? ¿Cómo puede afectar la automatización a los jóvenes estudiantes de ingeniería que en un futuro van a trabajar?

R. Pues las diferencias son muchas y de diferente calado… pero aún estamos en plena transición generacional por el despegue de las comunicaciones, tal como comentábamos antes, y por tanto es difícil calibrar su impacto. Lo que sí parece claro es que la llamada Generación Z tiene en internet un potente aliado, no tiene complejos ni le asustan los retos y, a diferencia de los ingenieros de mi generación, defenderse en inglés con soltura ha dejado de ser por fin una traba. En mi opinión su única debilidad en comparación con mi época y, más aún, con otras anteriores es el valor que le atribuyen al esfuerzo. Así que ese sería mi consejo fundamental, a una generación que le sobra creatividad, talento y recursos, lo único que le hace falta para lograr sus metas es reconocer el valor del esfuerzo propio y también el ajeno, ¡empezando por ejemplo por el de sus padres y educadores! Esfuerzo… y formación continua, ese creo que será el otro pilar de los ingenieros para reinventar la profesión ante cada salto tecnológico que se suceda. El penúltimo, como bien traes a colación, seguramente sea el de la automatización en la industria conectada o la cuarta revolución industrial, un reto que ha reconfigurado la formación más demandada pero que en ningún caso constituye una amenaza para los recién egresados sino una oportunidad. De hecho, este reto se antoja mucho mayor y de consecuencias inciertas para la sociedad, ya que un amplio rango de puestos de trabajo, probablemente los de menor cualificación, tendrán que redefinirse para aportar un valor diferencial a los productos y servicios allí donde la robótica no alcance. Pero para ello todos debemos estar preparados, especialmente los ingenieros.

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