Descansa en el Señor sor María Francisca Alcolado Campos, religiosa natural de El Toboso y misionera en Chile

Fue hija de Ramón Alcolado y Pilar Campos. Nació el 18 de agosto de 1930. Sus hermanos, Antonia, Manuel, Juliana y Ascensión la vieron marchar de su Toboso natal a la Congregación Hermanas de la Caridad del Corazón de Jesús donde ha permanecido como religiosa durante 67 años, de los cuales 45 los ha dedicado a Chile.

La religiosa y maestra de nacionalidad española del Colegio Sagrada Familia de la ciudad de Río Negro, en Osorno (Chile), la toboseña sor María Francisca Alcolado Campos, falleció el pasado miércoles, 10 de abril de 2019, a las 10.00 horas de la mañana a consecuencia de una infección intestinal.

Sus restos fueron velados en la Capilla del establecimiento y sepultados en el cementerio local, con una multitud en la que hubo estudiantes desde prekinder a cuarto año enseñanza media del colegio, padres y apoderados, religiosas, funcionarios y vecinos.

 

Sor Francisca Alcolado Campos pertenecía a la Congregación Hermanas de la Caridad del Sagrado Corazón de Jesús y desde muy joven se ordenó en su natal ciudad El Toboso, provincia de Toledo, comunidad autónoma de Castilla-La Mancha, en España.

La superiora de la Provincia de América Latina para Puerto Rico, Venezuela, Perú y Chile de la Congregación de las Hermanas de la Caridad del Sagrado Corazón de Jesús, más conocidas como “corazonistas”, sor Encarnación Escudero Morán, entregó una pequeña reseña de la vida de la fallecida religiosa que donó su vida al Señor por 67 años y entregó su servicio en Chile por 45 años. Durante funeral, manifestó que “la hermana Francisca era una mujer positiva y con mucha alegría, que irradiaba su entusiasmo y alegría de vivir la vida consagrada con el Señor. De estar al lado de Cristo y trabajando por el Reino. Y eso contagiaba a todos los demás, siempre veía lo bueno en las personas. Eso lo vamos a echar de menos en esta comunidad donde vivía, porque las personas somos diferentes y vamos dejando una huella, y la de ella era eso, su actitud positiva”.

Esta religiosa natural de El Toboso (Toledo) tenía 89 años de edad y ejerció en España, Venezuela, y más tarde en Puerto Montt- Jardín María Isabel, y Los Muermos, antes de llegar a Río Negro, Chile, en 2003 “donde también dejó su legado de alegría, de entrega, de amor a los demás, y a quienes les mostró con sus acciones la fe en Cristo”, señaló la superiora provincial que también destacó que conocerla “a ella, fue como conocer una parte importante de su tierra, en ella se resumían las características propias de la mujer española y manchega”. Finalmente, se tuvo que retirar por sus dolencias, propias de la edad, en las rodillas. “El dolor se siente, pero se vive de diferente manera por la esperanza de la resurrección. Su vida fue una entrega generosa”.

 

También, en un gesto de despedida y agradecimiento a la fallecida hermana, quien partió a la casa del Señor a los 89 años y 67 años de vida religiosa, sus hermanas de congregación y comunidad presentes en la celebración eucarística rodearon el féretro y cantaron a la religiosa en signo de su último compartir con quien fuera su compañera de misión por tantos años. 

Por su parte, el Obispo Jorge Concha Cayuqueo agradeció a Dios “por la hermana Francisca, cuya vida entregada estuvo al servicio de su misión y de la gente, una vida consagrada, fue receptora de la Palabra de Jesucristo el Señor, y quiso hacer vida esa Palabra, y no me cabe duda de que al comienzo de su vida Francisca escuchó muchas veces este texto bíblico (Jn 12, 24-26)”.

 

“Pero un trigo que muere, que se pudre bajo la tierra, da un buen fruto y de ahí viene el pan para la familia y todas las formas de alimentos que provienen del trigo. También una vida entregada que renuncia y que muere a muchas cosas, pero sobre todo cuando eso lo hace en nombre de Jesucristo el Señor, es una vida fecunda, una vida con frutos, una vida que sirve”, agregó el Administrador Apostólico de Osorno.

Así estas palabras “nos dicen el Evangelio de hoy, Francisca seguramente las profundizó en su vida, y le recordaron siempre su compromiso de vida. Por eso es que Francisca era una mujer feliz. Estaba contenta de su vida, de ser religiosa, de estar en su congregación sin duda, de prestar su vida como servicio. Esa alegría no brota de un corazón turbado, confundido o triste, ella era una mujer que había hecho lo suyo, le respondió al Señor según las propias sensibilidades”.

 

Igualmente, agradeció el servicio de la hermana Francisca en Chile, especialmente en Osorno, en la comunidad de Río Negro, “fue una mujer misionera, una religiosa que vino de otro lugar, lejos a compartir su vida y su vida de fe y a entregarla como servicio a nuestra patria, y a nuestra región y al servicio concreto de muchas generaciones de jóvenes, a quienes seguramente animó con sus palabras, con lo que ella les pudo enseñar, y transmitiéndole la fe en Jesucristo el Señor”.

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