ENCUENTROS EN LA CASTELAR

Hoy, con Emilio Gavira Tomás (Cantante de ópera y actor de teatro, cine y televisión)

Por Antonio Leal Giménez

En un viaje de más de doce horas procedente de Málaga, llegó a Alcázar de San Juan hace más de cuarenta y cinco años por la carretera de Manzanares, toda nevada, en un Renault 12 y en compañía de sus padres, sus cinco hermanos y Paca. Emilio no podría vivir en Madrid, si no tuviera un piso en Alcázar de San Juan, donde pasa habitualmente largos días para descansar. Valora en demasía la calidad de vida y lo entrañable de los vecinos con los que convive con toda sencillez. Después de finalizar sus estudios en la Escuela Superior de Canto, donde destacó como barítono, comenzó su carrera artística, primero como cantante de ópera y después como actor de teatro, cine y televisión. Como actor de cine ha participado en numerosas películas, como El milagro de P. Tinto, de Javier Fesser, donde hizo el papel de uno de los marcianitos; La gran aventura de Mortadelo y Filemón, en el papel de Rompetechos; El puente de San Luis Rey, o en el premiado corto El Gran Zambini, en el papel protagonista. En televisión ha participado en series como Agente 700, Manos a la obra o Aladina. Y en Teatro ha representado papeles como actor y cantante en producciones como: Carmen (1998), de Gustavo Tambascio; Los misterios de la ópera (2000) con Carles Alfaro; Pelo de tormenta, de Francisco Nieva y en Divinas palabras, de Valle-Inclán, con la compañía del Centro Dramático Nacional. Finalista al Goya por Blancanieves.».

Sus inicios se remontan al colegio de los Trinitarios, con el padre Isidro que montó el entremés La Elección de los alcaldes de Daganzo de Cervantes. Se muestra muy preocupado por los temas sociales y no deja de aportar ideas para intentar, en alguna medida, paliarlos. Es un ejemplo de superación continua y parte de su éxito se lo debe a sus padres, que le transmitieron a través de un discurso bondadoso, valores como la constancia, el esfuerzo, el dominio de la voluntad y el amor por las personas necesitadas. Nunca deja de estudiar siendo un claro ejemplo para los jóvenes. Le apasiona la historia y su vocación de pequeño era la arqueología. De hecho cada vez que ve una piedra trata de interpretar su origen y en sus continuos paseos por las calles visita monumentos, obras de arte y documentos que todavía se conservan. Nos dice que Alcázar de San Juan es una ciudad mucho más importante de que lo que pensamos y es una gran desconocida con un riquísimo patrimonio. Con sus 1,28cm. Se siente en la obligación de «ir educando a la gente con la que se relaciona», nos declara sobre el pudor que sienten algunas personas con la palabra enano, que para él no tiene poder negativo.

PREGUNTA: Siendo tan jovencito, ¿Qué sentiste por nuestro pueblo que hizo que te quedaras enamorado para siempre? Desde entonces, ¿Te sientes totalmente alcazareño? ¿Cómo un niño de cinco años puede llegar a querer ser del lugar donde trabajaba su padre y no del que nació?
RESPUESTA: La gente sin duda fue lo que hizo que me enamorase de Alcázar, mis amigos y todo el mundo que conozco desde que llegué a los cinco años hasta que me fui a Madrid a estudiar, con quienes por cierto aún conservo la amistad. Como se suele decir, uno es de donde pace y no de donde nace. Y yo he pacido aquí mucho y vengo con frecuencia a Alcázar… La verdad, vengo  siempre que puedo.

P. Eres una persona muy comprometida con Alcázar de San Juan y lo demuestras en tu quehacer diario ¿Qué recuerdo tienes de tus primeros años y de las gentes que has  conocido? ¿Qué influencia ha tenido en tu formación humanística y en el ejercicio de tu profesión tú paso por el Colegio de la Santísima Trinidad?
R. De los primeros años de Alcázar recuerdo el colegio de los trinitarios, mis profesores, el Rvdo. Padre Joselín, el conservatorio de campo de Criptana, una profesora de piano que se llamaba Tere Garrido, que fue la primera que me dio música ahí… También recuerdo ir en verano a Ruidera con mi amigo Gonzalo Parreño y sus padres a pasar el día. El clima de aquí, que siempre me ha gustado mucho. Y en los trinitarios tengo mucho recuerdos, allí fue donde hice primero teatro, ganamos incluso un premio en Radio Nacional a nivel provincial, con la obra «Elección de los Alcaldes de Daganzo» de Miguel de Cervantes que dirigió el Rvdo. Padre isidro que se presentó en la radio y luego lo hicimos en un escenario que tenía el colegio donde todos los sábados por la mañana ponían películas. Allí empecé a hacer teatro.

P. ¿Qué pósters tenías en tu cuarto cuando eras un niño? ¿Cómo conseguiste hacer realidad tu sueño de ser actor? ¿Cómo llegaste a ser actor en lugar de cantante de ópera?
R. Nunca he tenido posters. Tenía una copia de un retrato del  compositor romántico italiano de ópera del siglo XIX, Guiseppe Verdi y otra de  Ludwig van Beethoven.
    Cómo conseguí mi sueño… pues, me vino dado. Me gustaba mucho la historia y después la música y me fui a Madrid a estudiar clavicémbalo, un instrumento musical con teclado y cuerdas pulsadas, que derivó del salterio griego y fue muy popular durante los siglos XV y XVI. De ahí pasé a la Escuela Superior de Canto. Y más tarde empecé a actuar, haciendo zarzuelas y óperas. Y al final acabaron llamándome para actor. Y así empecé y llegué a ser actor, que es bastante más cómodo que la vida de cantante, que es muy sacrificada, un monacato. Y además me llaman más para actuar como actor. Persona y artista van unidos, sí claro. Descubrí que era lo mío cuando empezaron a pagarme. Cuando te pagan por hacer lo que te gusta es lo más… y te pagan bien. Ahí lo tuve claro.
 


P. ¿Te acuerdas de cuál fue la primera película que viste? ¿Qué película tuvo el mayor impacto en su vida personal? ¿Persona y artista van unidos? ¿Cuándo descubriste que la actuación era lo suyo? ¿Y cuándo te sentiste actor por primera vez?
R. La primera película que recuerdo es la Guerra de las Galaxias, estreno en el cine Cenjor. También la película de comedia terror, «Los Gremlins», en los años 80. Películas que me gustan mucho, «El hombre luna», «Un hombre para la eternidad», la saga d «El padrino»... Me gustan las películas crudas que muestran de manera dura la realidad.
    Me sentí actor por primera vez cuando me empezaron a llamar para trabajar… Y además tuve mucha suerte, porque fue para trabajar con grandes actores y en grandes producciones desde el principio. Y desde entonces no he dejado de hacerlo.
 


P. A lo largo de tu carrera has hecho de Prospero Merimé, de juez, de médico, de Rompetechos y hasta de señorita en una orquesta. Son personajes que sobre el papel no tenían por qué ser enanos, así que parece que a los directores no les importa demasiado tu físico...
R. Sí, así es. He hecho personajes de todo tipo; y me siento muy orgulloso de que a los directores no les importe mi físico porque realmente he hecho papeles que hubieran querido actores altos o normales. Y he tenido la gran suerte de que me han llamado para hacer papeles que no tenían nada que ver con ser enano ni con el físico. Y otras veces, justo lo contrario, y claro, lo he cobrado bien. Cuando he sabido que me necesitaban pues lo he rentabilizado, si no lo hago yo lo hará otro.
 


P. ¿Te gusta hablar de ti mismo y relatar acontecimientos que has vivido? ¿O prefiers hablar de tus personajes? ¿Qué herramientas, recursos y métodos has utilizado para interpretar o construirlos?
R. Prefiero hablar de los personajes. La verdad, no me gusta mucho hablar de mí mismo, creo que mi vida es mi vida y no creo que tenga mucho interés para el público. Si hablo sobre el enanismo o experiencias que me piden que cuente para ayudar a alguien, entonces sí.
    Respecto a los personajes, un actor tiene que hacer todo tipo de papeles, y eso claro al final acaba saliendo. A mi me gusta construir los personajes y es fundamental aprenderse el guion. Es lo primero. Una vez aprendido, el personaje va saliendo solo. Si es un buen guión, el propio texto ya te está contando muchas cosas del personaje. Se va construyendo, acaba pareciendo la voz, la forma de caminar, la forma de relacionarse, y por supuesto están las indicaciones del director que al final es siempre el que manda.
 


P. ¿Cómo preparaste el papel de Jesusín (Blancanieves 2011)? ¿Viste muchos vídeos de toros? ¿Qué libros estudiaste? ¿Qué te parece lo más interesante de él como persona, personaje o artista? ¿Pudiste improvisar? ¿Cómo fueron las pruebas para conseguir el papel? ¿Por qué crees que te escogieron? ¿Cómo reaccionaste cuando te dijeron que eras el elegido?
R. Para Blancanieves me eligieron porque era enano y actor. Estuvimos viendo corridas de toros. Yo era el único que no era del mundo del toro, no había participado en espectáculos del bombero torero, no como mis compañeros que lo habían hecho, un espectáculo del que aprovecho para mostrar públicamente mis reticencias, me gustaría que por ejemplo la tele regional no retransmitiera ese tipo de espectáculo, creo que hace mucho daño en los niños. Luego, el personaje no era una buena persona, era el malo o uno de los malos, el que desencadena todo lo tremendo que pasa al final de la película, pero era un personaje muy interesante, no lineal, malo pero al final con arrepentimiento. Me gusta más hacer de malo, el papel es más intenso. Y más con el buen guion del bilbaíno cineasta  Pablo Bergel. Me escogieron por ser enano. La verdad es que no pensé nada, con los años uno aprende a tomarse las cosas con mucha filosofía, tanto lo bueno como lo malo. No es que sea frío, pero uno se mantiene y se contiene.


P. ¿Qué es lo más divertido de ser actor? ¿Y el teatro sigue siendo sagrado para un intérprete? ¿El actor siempre está aprendiendo?
R. Lo más divertido de ser actor es el hecho de encarnar a otra persona que no eres tú,  y hacer cosas que nunca haría Emilio Gavira. Es muy divertido y además te pagan. El teatro siempre es divino. Las tablas de un escenario son como el altar de un templo. Y eso lo siente cualquier actor, cualquiera que lo lleve dentro. El teatro es sagrado, nació como un acto sagrado y realmente sigue siendo sagrado. Las tablas de un escenario es lo mejor. Actuar en Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro y en el Teatro Romano de Mérida, en su famoso festival que se celebra durante los meses de verano, son entornos mágicos en el que disfruta actuando. Se siente una gran emoción.



P. ¿Cuáles son tus directores favoritos? ¿Algunos de ellos puede ser que haya influido en tu manera de concebir el cine o el teatro? ¿Algún guion nuevo de largometraje? ¿O uno que estaba guardado en el cajón? ¿En qué serie te hubiera gustado tener un papel?
R. Mis directores favoritos son los que quieren trabajar conmigo. Por supuesto, tengo algunos más queridos, algunos ya se me han ido, como el director de escena, gestor cultural, escritor, dramaturgo y docente Gustavo Tambascio, que murió el año pasado, un ser excepcional gracias al cual en gran medida yo me dedico a esta profesión; Jérôme Savary, un director francés de la ópera cómica de París que era muy querido; El reconocido director y guionista cubano Tomás Piard, catalogado como defensor del cine de autor; El valdepeñero, dramaturgo, escenógrafo, director de escena, Francisco Nieva. Cuatro pérdidas para mi fundamentales; Nacho García, que es director del festival de Almagro, muy, muy buen amigo; Darío Facal, Director del Corral de Comedias de Alcalá; Pablo Viar, director de escena de teatro, ópera y zarzuela; El madrileño Javier Fesser, conocido por dirigir películas como El milagro de P. Tinto, dos adaptaciones de Mortadelo y Filemón. En definitiva cualquier director que quiera trabajar conmigo se convierte inmediatamente en mi favorito. De todos ellos y alguno que me olvido han influido en mí, por supuesto. De todos he aprendido. Son gente con una preparación bárbara, con mucho mundo, solo estar cerca y escucharlos se aprende.
    He estado trabajando en una película y ahora me voy a hacer otra película a Chile. En cualquier serie me hubiera gustado tener un papel, yo he hecho de todo, claro, si es bueno el papel. He hecho de todo, y no me importa la variedad. No hay que darle más vueltas. Así de claro.


P. ¿Por qué nunca te has considerado un actor de premios y si un «paleta» de la interpretación? La nominación a un Goya ya es un premio pero, si llegados a este punto ¿Lo que querías de verdad era ganar? ¿Cómo te preparaste para afrontar la gala en temas de discurso por si acaso y vestuario? ¿Cómo te sentiste al no escuchar tu nombre para ser proclamado el mejor actor revelación?
R. Porque es así. Yo soy de hacer papeles pequeños. Soy una pequeña parte de un gran mundo, tanto en cine como en teatro. Y me siento necesario y muy orgulloso. Los grandes secundarios del cine español son fundamentales, y también en el teatro. Y yo me siento muy orgulloso de pertenecer a ellos. También he hecho protagonistas como en la película «Matar a dios», o en teatro «Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín». También en Enigma Pessoa, un espectáculo que recorre de manera poética diversos episodios de la vida real e imaginaria del poeta luso Fernando Pessoa, protagonizado por David Luque y por mí...
    La nominación es un premio, pero por supuesto que yo lo que quería era ganar. Evidentemente. Lo afrontas lo típico es dedicárselo a los amigos, compañeros, directores, padres, familia, a la gente que te quiere. Y después tengo la anécdota de que el esmoquin que llevé me lo regaló Cornejo, la famosa marca vestuarista de Madrid, que tienen de todo y hacen todas las películas. Humberto Cornejo, el dueño, me hizo un esmoquin diseñado por Pedro Moreno que es un gran vestuarista y me lo regaló, fue el que llevé a los Goya y es el que siempre llevo a las galas o eventos. Me sentí muy tranquilo al escuchar mi nombre entre los candidatos a actor revelación, primero porque los trabajos de los compañeros eran muy buenos, yo no hablaba en esa película… Y lo entendí perfectamente. Estar allí para mí ya era un premio.



P. La primera aparición  de D. Quijote en la pantalla se remonta a 1898, en un filme de Gaumont.  ¿Qué papel te gustaría hacer en una  película sobre El Quijote?  
R. En el Quijote, me gustaría hacer cualquier papel. Todos me parecen geniales. Sería estupendo interepretar una de esas tantas veces en las que al Quijote se le va la cabeza y llega a la venta creyendo que es un castillo.
    Sinceramente, El Quijote es tan inmenso, que creo que no se puede llevar ni al cine ni al teatro, ni siquiera en capítulos. Tiene tantas lecturas, tanta la gracia en la forma de expresarse de Cervantes, es tan inmenso que yo creo que es una obra hecha para la imaginación del lector.



P. Estoy seguro que en nuestro pueblo hay muchos jóvenes que quieren trabajar en las artes escénicas ¿Qué les recomendaría para hacer una buena interpretación? ¿Crees que es difícil tu trabajo? ¿Cómo se gestiona la fama?
R. Lo primero que recomendaría es ir a una Escuela Oficial de Arte Dramático, o de cine. Y lo segundo, paciencia y estudiar mucho, porque hay que estudiar mucho para ser actor. Además hay que aprender otras cosas, aprender idiomas, montar a caballo, a cantar, a bailar. Aprenderse un guion es retener, memorizar palabra por palabra, y eso, no hay otra forma que hacerlo que a base de codos. Sí creo que es una profesión difícil. Es difícil el trabajo y es difícil vivir de esto, hay que ser muy profesional, tener mucho tesón, mucha paciencia y mucha fe. Un buen actor para mi es quien es capaz de convertirse en lo que no es y convencer a los demás de que lo es. Simplemente eso.
    El nivel de fama que yo tengo afortunadamente se gestiona muy bien. Para mi existen dos tipos de fama: la de quien realmente es famoso, al que todo el mundo reconoce cuando pasea por la calle, con nombres y apellidos ; y la fama, como la mía,  del famoso al que también reconocen por la calle, pero sin saber exactamente quién es. Es decir, al verte te preguntan ¿Tu sales en la tele?, ¿No eres tú Tú eres el del milagro de P. Tinto. Pero no saben cómo te llamas.  Mi fama es llevadera, la verdad no querría para nada una fama de esas que te impiden hacer tu vida con normalidad. Quien desea eso, no sabe lo que dice.

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