Las enfermedades cardiovasculares (del corazón y del cerebro) son responsables de casi 4.000 muertes anuales en Castilla-La Mancha.

el valor de las pequeñas cosas o el "efecto mariposa" en la prevención cardiovascular

Por Luis Rodríguez Padial. Servicio de Cardiología. Complejo Hospitalario de Toledo. Ex presidente del Colegio Oficial de Médicos de Toledo

Según el conocido “efecto mariposa”, vinculado a la teoría del caos, “el aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo”, lo que, simplificando, se ha venido a traducir en que una pequeña perturbación inicial puede dar lugar a un efecto considerable a medio y largo plazo, mediante un proceso de amplificación progresiva. Es decir, los pequeños cambios pueden tener grandes consecuencias. Muy recientemente se ha confirmado que algo similar ocurre en la prevención de las enfermedades cardiovasculares, la principal causa de muerte y enfermedad en España, como en el resto de los países de renta alta (y también en los de renta media).

Según el Instituto Nacional de Estadística, en España y en Castilla-La Mancha las enfermedades cardiovasculares (del corazón y del cerebro) son responsables de algo más del 30% de las muertes, y han causado en 2017 unas 63.000 muertes en España y unas 3.800 en Castilla-La Mancha. El hecho de que, además de estos fallecimientos, se produzca un número mucho mayor de afectados, la mayoría de ellos en edades jóvenes y que quedan con secuelas de discapacidad, subraya la importancia sanitaria y social de estas patologías. De ahí surge la gran importancia de prevenirlas, pues en gran medida pueden evitarse.

Volviendo al “efecto mariposa”, hace unos días se ha presentado un estudio realizado en el Reino Unido con unos 440.000 individuos en el que se ha visto que aquellos que tenían una genética que producía una presión arterial y un colesterol algo más bajos que la media venían a tener, con el tiempo, una importante reducción de los problemas cardiovasculares, como el infarto y el ictus. Unos cambios pequeños mantenidos durante toda la vida tienen un gran impacto. La edad media de los individuos incluidos en el estudio era de 65 años, y, como los genes están presentes desde el nacimiento, podría decirse que se han seguido durante ese periodo de tiempo: más de 60 años. Los individuos que tenían una propensión genética a tener un colesterol más bajo (unos 15 mg/dl menos que la media) presentaron una reducción del 26% en el riesgo de tener problemas cardiovasculares a lo largo de su vida. Con respecto a la presión arterial sistólica, una reducción de solo 3 mm Hg con respecto a la media se traducía en una disminución del 39% en los problemas coronarios. Considerando el efecto en conjunto de ambos factores de riesgo, y redondeando las cifras, puede deducirse que una reducción del colesterol LDL de 40 mg/dl junto a una reducción de la presión arterial sistólica de 10 mm Hg con respecto a la media, es capaz de producir a lo largo de la vida una disminución del 75% en los infartos de miocardio y del 68% en la mortalidad cardiovascular.

Hasta ahora se había observado en otros estudios que una reducción de 40 mg/dl de colesterol LDL era capaz de producir una disminución de las complicaciones cardiovasculares del 25-30% a lo largo de 10 años; en este nuevo estudio, con un seguimiento más prolongado, el efecto beneficioso se multiplica y obtiene una reducción del 54% cuando el seguimiento se realiza a 50 o 60 años.

Lo más interesante de esta información es que estos pequeños cambios en el colesterol y en la presión arterial pueden obtenerse, e incluso superarse, adoptando cambios en el estilo de vida, como una dieta saludable y la realización de ejercicio físico moderado, sin necesidad de recurrir al uso de fármacos. Así, una pequeña modificación inicial, como una disminución del colesterol de 12 mg/dl y de la presión arterial sistólica de 5 mm Hg, puede amplificarse a lo largo de los años y traducirse en una reducción de las complicaciones cardiovasculares a lo largo de la vida del 50%, un efecto realmente impresionante si se tienen en cuenta las importantes implicaciones sociales señaladas. Y esto es solo teniendo en cuenta dos de los factores de riesgo, pues el impacto puede ser mayor si se realizan también modificaciones menores de otros factores de riesgo cardiovascular, como tabaco, obesidad, diabetes, etc…Un claro ejemplo más del gran valor de las que, aparentemente, podrían parecer pequeñas cosas.

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