El subterráneo de Arroyo Mina cumple diez años

El 21 de marzo de 2011 entró en funcionamiento el subterráneo de Arroyo Mina, una infraestructura que vino a mejorar considerablemente la permeabilidad transversal de Alcázar de San Juan, una ciudad hasta entonces limitada en su desarrollo y crecimiento urbanístico por la barrera física del ferrocarril. Un proyecto no exento de dificultades técnicas y presupuestarias que también vino a cambiar, junto al otro subterráneo de la Rondilla Cruz Verde, los hábitos de movilidad y los accesos al núcleo urbano. El proyecto, considerado obra complementaria del AVE Madrid-Jaén, tuvo un presupuesto de 8 millones de euros (11 incluyendo el de la Rondilla) y corrió a cargo del ministerio de Fomento.

Uno de los momentos más complejos y esperados tuvo lugar a mediados de noviembre de 2010. Fuimos testigos las autoridades y los medios de comunicación y consistió en una curiosa operación de ingeniería para perforar el suelo e introducir bajo las vías del tren un túnel de hormigón prefabricado de grandes dimensiones (10 metros de ancho por 7 de alto) mediante un sistema de empuje hidráulico que hacía avanzar la estructura un metro y medio cada día, ganando terreno poco a poco hasta superar totalmente la barrera del ferrocarril (algo que se consiguió el día 20 de diciembre).

Fue entonces cuando comenzaron las obras del otro paso subterráneo de la Rondilla Cruz Verde, de mayor complejidad técnica, pues hubo que desmontar la catenaria y cortar el tráfico ferroviario. Este proyecto se iniciaba en febrero de 2011, quedando desmontada el sábado día 12, la pasarela elevada que hasta entonces unía la Rondilla Cruz Verde con San Marcos. Un año después prácticamente, el 2 de febrero de 2012 entraba en funcionamiento.

Una década después parece que estos pasos inferiores siempre han estado ahí, integrados en el patrimonio urbano de Alcázar de San Juan. Pocos recuerdan la gran complejidad técnica que hace una década supuso su construcción, así como las numerosas dificultades presupuestarias y políticas que tuvieron que superarse. Lo que parecía imposible acabó haciéndose realidad gracias al trabajo y empeño de quienes entonces estaban al frente del Ayuntamiento, el equipo de José Fernando Sánchez Bódalo, alcalde durante tres legislaturas, años en los que se gestaron y ejecutaron estos dos subterráneos.

Otro momento relevante, desde el punto de vista informativo, y no exento de polémica, relacionado con el subterráneo de Arroyo Mina fue cuando se inundó en mayo de 2011, en plena campaña electoral de las Municipales de 2011. Un suceso que dejó imágenes impactantes y que la oposición aprovechó para cargar contra los gobernantes “de manera desleal”. Aquel momento, sumado al vuelco político que vendría después, empañaría en cierto modo el reconocimiento público y los méritos que siempre debieron tener, al margen de la política, quienes idearon y fueron los verdaderos artífices de este proyecto.