Una cosa y la contraria

Por Nuevas Generaciones del PP de Alcázar de San Juan

La forma de hacer política dividiendo y enfrentando a la sociedad a la que nos está acostumbrando el Gobierno, mientras les jalean sus jóvenes “promesas”, poco tiene que ver con el mantra de la unidad que pretenden vender a unos ciudadanos con otras preocupaciones más humanas que no son atendidas.  


Sólo pensábamos que las pandemias se daban en videojuegos, películas y otros mundos de la ficción varios, apenas nos acordábamos de la mal llamada gripe española que, aunque parezca muy lejana, sucedió hace apenas 100 años y adquirió ese nombre porque entonces fuimos el país que informó de forma más transparente sobre ella, mientras el resto del mundo la censuraba.


Ha vuelto a suceder, pero, esta vez, menos informados. Un virus se convirtió en pandemia global, que afecta a todo el mundo, pero no de la misma forma, algo que algunos parecen no entender. O lo hacen deliberadamente, que es lo peor. Grecia, el país que más ajustes presupuestarios sufrió durante la crisis tras pedir el rescate completo, hoy tiene 27.772 fallecidos menos que España. ¿Por qué? No tiene que ver con la situación geográfica, sino porque tiene un Gobierno serio, que, por cierto, es del Partido Popular Europeo, que tomó las medidas correspondientes para evitar contagios mientras aquí el Gobierno nos mandaba a manifestaciones y permitía otros eventos en plenos focos de contagio, a pesar de las advertencias de la Unión Europea para evitar celebrar eventos multitudinarios. La ideología siempre por encima de la razón.


Aún resuenan las palabras de Sánchez en 2014 sobre la “crisis” del ébola en España: “asistimos al espectáculo lamentable del desgobierno por parte del señor Rajoy” señalaba el ahora Presidente mientras exigía su comparecencia inmediata en el Congreso y su dimisión. Del vicepresidente segundo solo hay que recordar que llevó a la Unión Europea esta “crisis” sanitaria para pedir responsabilidades por la gestión de la ministra en 2014, mientras que ahora se niega a aceptar culpa alguna por su gestión en las residencias de mayores desde el pasado mes de marzo. No nos sorprende la actitud de ninguno, porque ya nos han acostumbrado a sus correcciones constantes e hipocresía galopante.


Los “salvapatrias” que han salido desde hace unas semanas a las 21:00, acompañados de la bandera que buena parte de la izquierda rechaza, a pedir la dimisión del Gobierno por su gestión tienen en mismo derecho a hacerlo que los que lo hacen desde el balcón o los que deciden no hacerlo, por la razón que sea. Hacen lo que creen mejor para el país y lo que piensan que es el mayor mal actual: el Gobierno. Si pensasen que el Gobierno ha acertado en todo, no habría caceroladas, pero tampoco miles de españoles quejándose de no haber cobrado los ERTEs, el Consejo General de Médicos llevando a los juzgados al Gobierno y un largo etcétera de demostraciones de una sociedad que sufre esta crisis en primera línea.


Llama la atención las duras palabras que les dedican los pequeños socialistas en las líneas de este periódico cuando el Presidente del Gobierno, su César, pide unidad, no criticar su actuación. Aprenden bien de sus mayores. La estrategia de Sánchez es hacer una cosa y la contraria, sin escrúpulos. Capaces de hacer un llamado a la “desescalada” de la tensión en el Congreso de los Diputados y arrojar a los pocos días 15 insultos al líder de la oposición en esa misma tribuna, además de llamar “cacatúa” a un diputado, en la demostración última de que el peor parlamentarismo aún tiene una planta más en el sótano del fango político en el que se desenvuelve algún que otro diputado.


Para querer unidad, nos sorprende que califique las manifestaciones como “de ricos o pijos” o incluso “Cayetanos”, con un claro tono despectivo que provoca las risas de los que lo reciben, pero no se dan cuenta que los alcazareños no cobran 35.000€ al año como la última asesora, hermana de una concejal, que han contratado. Exigir responsabilidades, siempre que se cumplan las normas de seguridad sanitarias, creemos que es absolutamente legítimo y, segmentando la población, lo único que han conseguido es que extiendan las protestas a otros barrios como Carabanchel (con una renta media inferior a la de la ciudad de Madrid) u otras ciudades como Valladolid o Sevilla, ambas con alcaldes socialistas, muy socialistas.


Lo sentimos, pero no se puede llamar a la unidad y a la vez salir en prensa a atacar a todo el que exija responsabilidades. No se puede. No se puede hacer referencias a los Pactos de la Moncloa y pactar derogar la reforma laboral con Bildu, en mitad de un Estado de Alarma, y sin siquiera informar a los agentes sociales. Todos sabemos quiénes son los de Bildu, no hace falta irse a los ‘90, que también, pero es que son los que ayer mismo no eran capaces de firmar una declaración contra un ataque que sufrió la líder del Partido Socialista Vasco. No hay un límite y eso es peligroso porque si algo unió a este país es el rechazo a los violentos.


La voluntad de cooperación en favor de buscar lo mejor para los ciudadanos es firme, se ha demostrado en Alcázar de San Juan con las 33 medidas propuestas por el Partido Popular para luchar contra la COVID-19 en nuestro municipio, pero no se puede dividir la sociedad hasta el extremo, volando por los aires todos los puentes, sin siquiera haberlos explorado, por puro interés partidista.


El Partido Socialista no ha escuchado las propuestas que les hicimos en el Congreso de los Diputados y actuó como si tuviera mayoría absoluta esperando que apoyaramos los Decretos-Ley, y eso que apoyamos los primeros por la excepcionalidad de la crisis, que nada tienen que ver con la gestión de la crisis como es asegurar la presencia de Iglesias en el Centro Nacional de Inteligencia.


Todos tenemos claro el origen del Covid-19, pero tuvimos la oportunidad, doble porque tuvimos el preaviso de Italia, pero decidieron no actuar a tiempo.  Su incidencia sí se ha visto aupada por la falta de medidas de prevención e improvisación constante, falta de acopio de material sanitario y por desoír las advertencias de la OMS y la UE ya en febrero. La pandemia es global, pero la incidencia de cada territorio es local y su nefasta gestión nos ha costado mucho.


Los españoles somos los que hemos sufrido la crisis y tenemos las consecuencias de una mala gestión, no la culpa. Es el momento de trabajar en pro de terminar con la división en la sociedad, que los ciudadanos deben exigir responsabilidades y el Gobierno debe aceptarlo.


 
Nuevas Generaciones Alcázar de San Juan.