Amigos y Recuerdos del colegio: Una mirada retrospectiva

Autor: Antonio Tomás Romero, exalumno de “La Trini”

El 10 de octubre del año 1924, a las cinco de la tarde, tuvo lugar la ceremonia de bendición de los locales del Colegio por los Padres Trinitarios quedando así inaugurado en Alcázar de San Juan, el denominado “Centro General de Enseñanza”. En el período 1939 a 1944, pasó a denominarse Colegio de la Santísima Trinidad. Durante los siguientes ocho años, adquirió el nombre de Academia Balmes, y es en el curso 1959/60, cuando la mencionada academia fue designada Centro Elemental Reconocido “Sagrada Familia. Cumplir un siglo, en estos tiempos, no es fácil. Hay recuerdos y situaciones en la vida que son realmente difíciles de olvidar. Nuestro Colegio, un referente educativo en Alcázar de San Juan, cumple este año 2024, CIEN AÑOS.

Miles de alumnos y cientos de alumnas, hemos pasado por sus aulas. Es tiempo de felicitaciones y no hay mejor forma de celebrarlo que con las palabras que consideres pertinentes hacia nuestra querida institución. Desde el mes de diciembre del pasado años hasta la fecha, se han publicado durante todas las semanas más de cincuenta felicitaciones. El análisis de su contenido nos permite obtener algunas reflexiones. Hay recuerdos y situaciones en la vida que son realmente difíciles de olvidar. Un ejemplo de ello, son aquellos buenos y malos momentos que todos hemos pasado en el colegio y es, precisamente de eso, de lo que se trataba de escribir.

Cuando las personas vamos pasando diferentes etapas en nuestra vida como diría Einstein en su teoría de la relatividad, el tiempo es flexible. Pues nuestras etapas iniciales en la vida que coincide con la vida escolar para a tal rapidez que realmente la consumimos y no la disfrutamos. Es con el paso del tiempo cuando apelamos a esa época para conocernos mejor porque todavía somos un libro con muchas páginas en blanco y no un libro con tachaduras (borrones del tiempo).

La amistad es una parte fundamental de nuestras vidas, y las de la infancia ocupan un lugar especial en nuestros corazones. Suelen estar dotadas de cierta magia. Sin embargo, no todas están destinadas a durar para siempre. A medida que crecemos y vamos cambiando, es común que algunos amigos de entonces se alejen y sigan caminos diferentes. Este fenómeno puede ser doloroso y desconcertante, pero es una parte natural del crecimiento y la evolución personal.

Las amistades de la infancia suelen ser intensas y sinceras. Compartimos momentos de inocencia, descubrimiento y diversión con personas que están creciendo a nuestro lado. Estas relaciones se construyen en un entorno de aprendizaje y exploración, lo que les da una profundidad emocional única. Las experiencias compartidas, como jugar en el parque, ir a la escuela y celebrar festividades, crean un vínculo fuerte y memorable.

Los recuerdos del colegio ocupan un lugar especial en la memoria de muchas personas. Estos recuerdos, que abarcan desde la niñez hasta la adolescencia, están impregnados de experiencias significativas que moldean nuestra personalidad y visión del mundo. La valoración de estos recuerdos puede ofrecer perspectivas importantes sobre el desarrollo personal, las relaciones sociales y el impacto de la educación en nuestras vidas.

La nostalgia es un sentimiento poderoso que, a menudo, colorea nuestros recuerdos del colegio. Según investigaciones en psicología, puede tener efectos positivos, como aumentar el bienestar emocional, fortalecer el sentido de identidad y proporcionar consuelo en tiempos de estrés. Recordar los buenos momentos escolares, como las amistades, los éxitos académicos y las actividades extracurriculares, puede evocar una sensación de felicidad y pertenencia.

Para muchos, las amistades formadas en esa época son duraderas y significativas. Estas relaciones pueden ofrecer apoyo emocional y social a lo largo de la vida. Recordar las risas compartidas, los juegos en el recreo y las conversaciones en los pasillos puede traer una sensación de calidez y alegría.

Los éxitos académicos, como recibir una buena calificación o ganar un concurso, son hitos importantes que contribuyen a la autoestima y la confianza. Participar en jornadas deportivas, u otras actividades extracurriculares también puede ser fuente de orgullo y satisfacción y suelen ser recordados con cariño.

No todos los recuerdos del colegio son positivos. Algunos pueden estar asociados con experiencias difíciles como el acoso escolar, las dificultades académicas o problemas con maestros y compañeros. Tal es el caso de los fracasos académicos y distintos problemas de aislamiento social. Estas experiencias pueden influir en la forma en que una persona se relaciona con los demás y en su capacidad para formar relaciones saludables.

Reflexionar sobre los recuerdos del colegio, tanto buenos como malos, puede ser una herramienta útil para el crecimiento personal. Entender cómo estas experiencias han influido en nuestras creencias, valores y comportamientos actuales puede ayudarnos a tomar decisiones más informadas, y a desarrollar una mayor auto comprensión.

La pérdida de una amistad de la infancia puede ser emocionalmente dolorosa. Estos amigos han sido testigos de nuestros primeros logros y fracasos, y su ausencia puede sentirse como una pérdida de una parte de nosotros mismos. Es normal sentir tristeza, nostalgia o incluso resentimiento cuando una amistad se disuelve. Sin embargo, también es importante reconocer que esta separación no siempre significa el final definitivo, sino una transformación de la relación.

Debemos entender que el cambio es una parte natural de la vida y puede ayudar a mitigar el dolor. Aceptar que las personas cambian y que no todas las relaciones están destinadas a durar para siempre es un paso importante. Al final, cada amistad, sin importar su duración, contribuye a quienes somos y nos enseña valiosas lecciones sobre nosotros mismos, y sobre el mundo que nos rodea.

La valoración de los recuerdos del colegio es una tarea compleja y multifacética. Estos resultan ser una mezcla de nostalgia, alegría, dolor y aprendizaje. Al reflexionar sobre estas experiencias, podemos apreciar mejor cómo nos han moldeado y cómo podemos utilizar este conocimiento para mejorar nuestro bienestar y nuestras relaciones actuales. Recordar el colegio, no es solo una mirada al pasado, sino una oportunidad para entender mejor nuestro presente, y construir un futuro más consciente y equilibrado.