Una cosa es hacer botellón y otra ser muy guarros

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El fenómeno del botellón es un problema que no solo está causando daños en la salud de muchos jóvenes, acostumbrados a consumir más alcohol del recomendable durante los fines de semana. También causa daños medioambientales e incluso de salubridad en los barrios y zonas donde se practica, especialmente cuando no se recogen los residuos que se generan y las botellas vacías y latas oxidadas forman parte del paisaje.

Eso es lo que ocurre debajo y alrededor del puente de la antigua N420 sobre las vías del tren, al salir de Alcázar de San Juan dirección Campo de Criptana, donde los residuos de los botellones se acumulan sin que nadie los recoja.

Luego criticaremos a los servicios de limpieza públicos o a la compañía ferroviaria, por no retirar los vidrios rotos, pero la verdad es que todo sería más sencillo si quienes se reúnen a hacer botellón recogieran y depositaran después la basura en los contenedores correspondientes, que por cierto no están lejos.

Una cosa es hacer botellón y otra ser muy, muy guarros.

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