"LA TRINI" CUMPLE 100 AÑOS

“Nunca volverás a tener 15 años”

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Por Francisco José Herrero Alía (1974) Lagartera (Toledo)

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Arriba: de izda. a dcha.: Miguel Ángel Campos, Ángel Minaya, Miguel Lucas Montero (D.E.P.) y Chules. Abajo de izda. a dcha.: Francisco José Herrero Alía (Yo), Ángel, José Casanova y Ángel Mejía.


Según dicen el tordo se posa en la rama de un olivo y cuando parte de regreso a casa lleva cuatro aceitunas: una en cada garra, otra en el pico y la última en el buche.

Pues yo fui tordo allá por el año 1988 y puedo contar con los dedos de la mano los días que no me haya acordado de algún momento de los vividos, algún recuerdo, alguna anécdota o algún compañero de los que conviví durante mi estancia en la Trini de Alcázar de San Juan.

Decía mi paisano, el padre Emiliano Tiburcio en una de sus charlas que a pesar de que nos pareciese que estábamos viviendo en la más estricta rectitud, de la prohibición y del control, estábamos viviendo los mejores años de nuestra vida y que aquello nos marcaría para siempre, sería la base de nuestra madurez y personalidad. Pues vaya si lo clavó, así que puedo decir que me llevé las cuatro aceitunas como buen tordo.

Tengo la suerte de tener los recuerdos aun frescos a pesar de los años transcurridos desde mi marcha y si Joaquín Sabina escribe que tiene más de cien motivos para no cortarse de un tajo las venas yo tengo más de cien recuerdos, más de cien verbos, sustantivos y adjetivos para no cortarme de un tajo mis memorias allí vividas.

Mi recuerdo aún convive en un gran dormitorio donde éramos al menos 30 chavales renombrados por sus apellidos conviviendo, descubrí a José Luis Perales que lo mismo nos adormecía que nos despertaba, iba a dar un largo paseo hasta la ducha y baño, mi recuerdo iba al comedor que para desayunar servían desde mantequilla, paté, mermelada a nocilla y para las fiestas grandes churros con chocolate, a un extremo la guillotina del pan y al otro el lavadero. Las comidas y cenas variadas siempre con la compañía de patatas fritas.

Mi recuerdo iba por la mañana a la capilla al fondo de la primera planta y repetía a última hora del día.

Recuerdo la clase mixta con los grillos de convivencia fácil y edificante.


Mi recuerdo juega y juega en el patio al fútbol y baloncesto con más horas dedicadas que no me explico cómo alguno de nosotros no haya sido profesional, los miércoles al polideportivo de Alcázar a jugar a campo grande, los más valientes al tenis. Todo el polideportivo al alcance de nuestras manos.
Mi recuerdo viajó en tren, vagó por los vagones abandonados, subió y bajó la Castelar a diario, jugó en Coco Loco.

Nos contaron que Miguel de Cervantes es casi familiar nuestro, nosotros lo liberamos del cautiverio, lo trajimos de vuelta para el disfrute del resto de la humanidad por siempre. Nos bautizaron de humildad Porque sabemos que mucha gente humilde, en lugares humildes, haciendo cosas humildes, puede cambiar el mundo.

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En una de nuestras excursiones durante los cursos de los años 1988/89/90

 Mi recuerdo reza a San Juan de Mata y se encomienda una y otra vez a la Virgen de la Cabeza y mi cruz es más llevadera si se cruzan el rojo vertical y azul horizontal.

Mi recuerdo está ahí con cada uno de los compañeros que allí coincidimos y se enorgullece de ello.
En 4 de mayo de 1990, cumplí allí 16 años y entró el padre Manuel Sendín a darnos Literatura, algunos aprovecharon el intervalo de clases para cantarme el cumpleaños feliz, él preguntó que quién era el afortunado y ya localizado se dirigió a mí con voz tranquila me dijo aquello que jamás olvidaré: “ya nunca volverás a tener 15 años” y esa aceituna se me quedó en el buche.

Felicidades y enhorabuena.

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