En recuerdo de Antonio Segura Luján
Dentro de unos días se cumple el primer aniversario de su fallecimiento y queremos que sirvan estas palabras como homenaje póstumo a la figura de Antonio Segura Luján, sabiendo que suele ser una práctica injusta reconocer los méritos de quienes nos abandonan, pero, al tiempo, una prueba de que su legado va cobrando peso con mayor amplitud de perspectiva, lo que corrobora los méritos alcanzados.
Quienes subscribimos estas líneas, antiguos miembros de la Asociación Cultural “Ábrego” de Alcázar de San Juan, lo hacemos por el deber de gratitud y acierto de haber formado parte de un movimiento cultural que, al margen de la oficialidad, impulsó un aire fresco y progresista en multitud de actividades que se organizaron por aquella época y que abarcaron gran parte de los palos que sustentan cualquier entramado cultural. “Ábrego” participó también en los movimientos sociopolíticos de la época, la transición y primeros años de la democracia, como lo demuestra el hecho de que muchas personas que formaron parte de esta Asociación ejercieron de concejales en las primeras legislaturas de la democracia.
Porque “Ábrego” organizó conferencias - no olvidaremos la del teólogo y sacerdote José Mª Díez Alegría en la antigua Casa de Cultura, hoy Conservatorio de Música-, tertulias entre los componentes de la Asociación y otros invitados, mesas redondas, siempre incómodas para los poderes dominantes, recitales poéticos, exposiciones de la obra de ceramistas, escultores o pintores -marcaron un hito las de Isidro Parra (1979) o la de José Herreros (1984) –, edición de cómic, género de escasa difusión en la época, que chocó con las censuras del momento, de publicaciones literarias como “Arcón de Poesía”,
así como también se creó un Cineclub, cuando el 7º arte estaba dando un cambio brusco en sus estructuras de difusión, y una vocalía que reivindicó la cultura física como variante del acervo general, que se plasmó en la formación de varios equipos de fútbol, baloncesto, atletismo y hasta un incipiente grupo de hockey sobre patines con jóvenes aprendices, que tuvo a la postre escaso eco y continuidad. También desde la vocalía de propaganda y publicidad se elaboraban carteles propios de la Asociación. La técnica era la serigrafía, tarea en la que colaboró el artista Ángel Vaquero. Cada acto se trabajaba y mimaba desde que empezaba a gestarse hasta que terminaba, el debate de si era oportuno o no, la elección del ponente, la preparación y publicidad, etc. Por otro lado, la Asociación también celebró fiestas de Nochevieja, primero en el Hogar del Ferroviario, después en la Bolera “Chami” que ocupaba los bajos de la antigua Caja de Ronda en Dr. Bonardell.
Pero la labor que Antonio tuteló y mimó con mayor empeño, dedicación y acierto fue el teatro, al ser este
terreno el epicentro de su pasión. Además de poner en escena algunas obras bajo su dirección -incluyendo una infantil de títeres traducida del francés, “Les perdrix”, o la de su autoría “La princesa de las trenzas de oro”-, puso en marcha el Certamen Comarcal de Teatro Escolar, cuya primera edición tuvo lugar en 1979 y que se prolongaría hasta 30 años más tarde y por la que desfilaron gran parte de los centros escolares de nuestra zona.
En lo personal, Antonio fue una persona cercana y amable, dialogante y con quien tuvimos ocasión de compartir numerosas veladas de ámbito privado -le gustaban las catas de vinos y celebraciones en la finca de su amigo Fructuoso López- y hasta algunas salidas ciclistas, pues fue un tardío aficionado a las dos ruedas haciendo casi siempre recorridos de ida y vuelta hasta la vecina localidad de Quero, que quedaron interrumpidos por una desafortunada caída que le decoró de moratones su mapa corporal.
Por todo ello permanecerá en nuestra memoria con respeto y agradecimiento.
GRUPO DE ANTIGUOS MIEMBROS DE LA A.C. ÁBREGO