"LA TRINI" CUMPLE 100 AÑOS

Retazos de infancia en el Pretil

¿Te apuntas a felicitar a ¨La Trini” por su Centenario? Muchos exalumnos ya lo hemos hecho. Es muy fácil. Escribe unas líneas de felicitación, cuenta algún recuerdo y envíalo con una fotografía a antonio.leal@uca.es. Solo te llevará unos minutos.

Juan José Jiménez Mazuecos (1979). Alcázar de San Juan

Carcomidos por el tiempo, ocres y desgastados, así chirrían los goznes de nuestras viejas puertas del recuerdo. Aun vaporosos, los quejidos de aquellas bisagras, como demudadas por el transcurso de los años, permanecen incólumes en el devenir de las estaciones, los cursos, las promociones, los años…así son los ciclos, que retornan al Pretil de nuestra infancia cada mes de mayo y junio.

La primavera en La Mancha, (rudo clima de Mediterráneo interior), se viste de ricas tradiciones culturales. Saludamos con júbilo a la llegada de la diosa Flora a nuestra franca llanura, vestida (si la dicha pluvial ha sido generosa, para incordio de alérgicos) de manto verde y amapola. Nuestros pequeños regalan de inocencia las jornadas con claveles a la Virgen mientras las hormonas de sus hermanos mayores en pubertad despiertan al estímulo social.

Para más de uno, hay olores y sonidos adheridos a nuestras neuronas que también despiertan con el equinoccio. Muchos recordamos los sonidos de aquellos vencejos durante las primeras horas de la mañana, cuando la brisa es fresca y se antoja la chaqueta; y después, al atardecer, con la pereza cotidiana de volver a casa, a sabiendas de que nuestro instinto social nos reclamaba más juego, más calle, más Pretil. Recordamos aquel entablado, aquellas guirnaldas, aquellas banderolas de países de papel (hoy, son cruz trinitaria), aquellos aromas de chocolate, churro y pólvora junto a las subastas.

Instantáneas que retornan fugaces a nuestra memoria asociadas a un colegio trinitario. Cada peldaño escolar se recuerda asociado a un maestro, un apodo y a la vez un respeto. María Luisa en prescolar y su piano; Manoli y la primera lectura; ¡Manolo, después con quién descubrimos las Sociales, el lenguaje, las matemáticas…ay!  las matemáticas, que más tarde fueron severas pero inolvidables con Joselín; Obispo, y nuestros primeros listening de casette; el padre Domingo y la Historia, exigente y firme. Serafín, Carreto, Satur, Ismael y la Química de octavo.

Antesala de los chicos millennials, fuimos los niños de la Promoción nacida en el 1979.  Fueron nuestros primeros años de vida una senda paralela a la vitalista década de los ochenta. Neófitos digitales más apegados al juego de calle, playmobil y los Gi Joe, las chapas, la bici y el balón.  Porque en ‘la Trini’, como dijera Diego Armando “la pelota no se mancha” y el gen competitivo siempre afloraba en los recreos, para prolongarse después en el Pretil. Las chaquetas, las porterías, para emular a nuestros astros: para algunos, la ‘quinta del Buitre’, para otros, el primer dream team culé o Futre y su carisma colchonero…

Bases de batuta y talento, pericia desde el perímetro y largos brazos de rebote en la pintura también han regado de trofeos y buenas tardes el cemento del patio trinitario. Ya fuera fútbol o baloncesto, poder vestir la camiseta era un orgullo, un compromiso colectivo, un afán competitivo, un valor por triunfo y el esfuerzo, y siempre, un respeto al rival…en nuestro tiempo fueron los chicos del Alces.

Raudos y veloces, en continuo movimiento como aquellos vencejos, así después fuimos quemando etapas, deshojando los ciclos de la vida.

Algunos dejamos el colegio, nos marchamos, antes, ya en BUP, para seguir volando. Hoy, siglo XXI, caprichos del destino y el distrito, nuestros hijos han vuelto a los Trinitarios.

Vuelven los vencejos. Son los retazos de (mi) infancia en el Pretil.