La pintura cálida y amable de Antonio Tomás, en La Tercia

La bodega restaurante La Tercia de Alcázar de San Juan acoge, hasta mediados de noviembre, una significativa muestra de las pinturas de Antonio Tomás, un alcazareño de la calle Ancha que, después de décadas dedicado en cuerpo y alma a los pinceles, ha decidido traer a su localidad natal parte de su obra, en una primera exposición denominada "El arte de la paráfrisis".

En las paredes de la Tercia, más de treinta cuadros invitan a rememorar escenas pasadas de una Mancha amable y en calma, imágenes de labriegos, de nubes blancas y cielos azules, de campos amarillos, paisajes serenos, ocres, naranjas, rosas, azafranes desde una óptica poco convencional... Amaneceres sinceros, ingenuos, cielos punteados, ambientes cálidos, caminos y calles que el calor contonea, reflejos de tierra, espejismos del solano manchego... Así es la pintura de Antonio Tomás, cálida, sencilla, íntima, alejada de lo convencional.

La inauguración de esta exposición tuvo lugar el viernes y reunió al pintor y a su familia, residentes en Madrid, con conocidos y amigos alcazareños. Satisfecho y agradecido, Antonio Tomás quiso dedicarles las siguientes palabras:

Solo quienes correteásteis conmigo a comienzos de los 60 y anteriores, por arenales de ferias y pretiles, por castelares arriba y abajo, en las escuelitas de Teresa, la Sarriona de Tribaldos, de don Juven y don Rafael en la calle Ancha, don Arturo en Manrique de Lara y la Trinidad... compañeros de rulete, de lima o taba, de saltar a la petra la petraca y la píndola, me recordaréis... El resto os preguntaréis ¿Y este, quién es?...

Soy Antonio Tomás, alcazareño a quien hoy Jesús ha querido abrir las puertas de su bodega. Gracias, pues para mí, estar hoy en Alcázar para exponer mi obra me merece mucho respeto. Presentarme aquí, donde artistas como Lizcano, Samper padre e hijo, Herreros, Parra, Maroto, Vaquero Ángel y Giordano, Ibáñez, Áureo... y otros tantos, han expuesto y llevado el nombre de nuestro Alcázar por todo el mundo, es para mí como un sueño.

Soñaba con este momento desde que embadurnaba la acera de nuestra calle Ancha, desde nuestra casa en el número 45 hasta la casa de la señá Aurelia, matriarca de los Mata, en el 41, con las tizas de la academia donde mi padre preparaba jóvenes para opositar a factores en RENFE.

Respecto a la factura de mis trabajos, recuerdo cuando con 12 años salía por los carreterines con la bici al campo y al regresar, ese fuego del solano pandeaba los contornos de las casas... Trazo del que mis pinceles se contagiaron y que mucho después, en el Museo de Vincent, fuí incorporando a mis alforjas, aderezado con mi aportación personal... Soy deuteranope, especialidad de los daltónicos.

Por último, quiero agradecer, en primer lugar, a mi mujer Isabel toda su colaboración y paciencia, sin las cuales nunca habría llegado hasta aquí, por tanto rato soportándome obsesionado frente al lienzo.  A Santiago Ramos y Antonio Leal, por empujarme siempre con sus sabios consejos cuando la confianza desfallecía. A Jesús, por abrirme su casa. Y a todos vosotros por dedicar unos minutos de vuestro tiempo, a estar hoy aquí conmigo. A todos, gracias.

Añadir que Antonio Tomás fue quien ilustró la portada del libro "Encuentros en la Castelar" de Antonio Leal, publicación disponible, editada por El Semanal de La Mancha y el Ayuntamiento de Alcázar, que puede adquirirse en la propia muestra (al precio de 20 euros, a beneficio de Cáritas, Cruz Roja y Manos Unidas).

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