Teatro (Morir…)

Este año, el Aula de Teatro del Patronato de Cultura de Alcázar de San Juan ha decidido adelantar el fin de curso, haciéndolo precisamente en febrero, nada del otro jueves si se trata de ver teatro, mejor si la representación disfruta de una buena entrada y el espectáculo la justifica con un notable trabajo, un estupendo regalo que probablemente sorprendió a más de uno y del que se podría escribir largo y tendido, nunca demasiado porque la crítica que se merece tendría que ser prolija, más de lo que permiten estas páginas, para estar a la altura de lo visto sobre las tablas del Auditorio Municipal. La representación a la que asistimos el pasado viernes superaba lo previsible respecto de lo que uno pueda imaginar sobre la actividad y el trabajo de un Aula de Teatro -entretenimiento para adultos con exceso de adrenalina-, hasta tal punto que, tras lo visto, muchos de los presentes probablemente tuvieron que revisar sus ideas y diferencias entre profesional y aficionado en lo referente al teatro.

Con esfuerzo y una gran voluntad de trabajo, incluso admitiendo las irregularidades propias de gente para la que el teatro solo es un pasatiempo, pueden hacerse cosas increíbles, casi bordar, tanto en la parte técnica como en la interpretativa, una ficción dramática difícil, compleja y seria a partir de un texto, para mí, excesivamente largo pero excelentemente resuelto. Haciendo una rápida comparación, si volvemos a la ligera, minimalista y divertida -trabajada hasta la extenuación- representación a partir de las aventuras de Sherlock Holmes de hace un par de semanas, pasamos por encima del encargo parroquial de la semana anterior, en el que unos profesionales de prestigio bordaron un texto efectista, tramposo y reaccionario, lo del pasado día 28 lo supera con creces. Y probablemente costó a las arcas municipales mucho menos dinero. Porque la enorme dificultad del texto exigía una puesta en escena, magníficamente resuelta, que hizo que la duración no fuera un problema. La labor técnica, de lo mejor que recuerdo al Aula de Teatro, consiguió un resultado final de una pieza, calculado y sin fisuras, que mantuvo al público sujeto a su butaca ante la evidente complejidad de lo que estaba viendo. Teniendo como colofón un trabajo coral más que decente que, con los evidentes altibajos en función de las aptitudes -que no del esfuerzo- de simples aficionados, sorprendió a un variopinto público que valoró el resultado en su justa medida y premió con un merecido aplauso el final de una función en conjunto más que redonda.

Que, de las tres representaciones, la más compleja, elaborada y dignamente representada fuera la local debería llenarnos de orgullo. Está bien que venga teatro a la localidad, y si puede ser buen teatro, cueste lo que cueste, pero que cuatro gatos nos ofrezcan un espectáculo de envergadura como el ofrecido el pasado viernes pasa de castaño oscuro. Solo deseo que en la planificación de la próxima temporada teatral el Ayuntamiento piense unos minutos antes de derrochar el dinero en bodrios de saldo o bolos de provincias resueltos con la corbata y unas pocas tablas; lo tiene en su propia casa.

Aunque, bueno, hoy la cultura es gestión y sus encargados gestores más dados al vino de presentación y al balance de resultados; cultural o teatral figura en el membrete, como aparece deportes o fiestas populares, algo con lo que rellenar el ocio del pueblo. Da igual, mientras queden aficionados al teatro con tal grado de compromiso con la escena los resultados, los de carne y hueso, estarán asegurados. Felicidades.

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