“Un pueblo que acoge”, ese es el nombre de la memoria de actividades 2023 de la Fundación la Merced Migraciones, que cuenta en Herencia con una casa de acogida en la que sus integrantes nos abrieron las puertas para conocer más de cerca, tanto la labor que allí se hace con migrantes, como las historias personales, de esas que duelen en el alma y que en algunas ocasiones tienen final feliz.
En este encuentro pudimos conocer la historia de Salif Marna, uno de los primeros residentes de la casa de acogida que llegó en patera en 2021 a las costas de Lanzarote y hoy día es albañil en Herencia, donde vive en su piso de forma autónoma.
“En Herencia son muy amables”. Estas palabras fueron pronunciadas por Salif y le salieron de dentro, de un lugar donde sólo los que han vivido esta situación pueden hacerlo, Llegó a Lanzarote en patera y desde allí lo trasladaron a Tenerife, donde pasó tres meses en un centro en el que aprovechó el tiempo aprendiendo castellano.
“Después me trasladaron a Madrid, donde estuve un día, y de allí a Guadalajara, donde permanecí tres semanas, el siguiente destino fue Valladolid, ya con la Fundación, donde estuve tres meses, y por último Herencia, en noviembre del 22 cuando me trajeron a la casa de acogida de La Merced Migraciones”. Durante su permanencia en la casa de acogida, además de seguir aprendiendo el idioma se formó en albañilería “y gracias a ello conseguí trabajo”.
Pero lo que más duele a Salif es cómo tuvo que salir y migrar a España. Nacido en Guinea Bissau, a los seis meses murió su padre y fue trasladado a Senegal a vivir con su tío, donde permaneció hasta que las amenazas de muerte le obligaron a coger una patera y salir del país.
La historia de Salif Marna es una de la muchas que recibe la Fundación la Merced Migraciones, con sede en varias ciudades españolas como Madrid, Valladolid, Málaga, Elche y Herencia.
MEMORIA 2023
Recientemente presentaron en esta última población manchega su memoria 2023 en un acto en el que estuvieron presentes el padre José Avilés, comendador del Convento Mercedario de Herencia y secretario del patronato de la Fundación, junto a Salif Marna, la educadora Pilar Moreno-Manzanaro y el voluntario José María Sánchez-Aguilera.
Según explicó José Avilés, el trabajo de la Fundación consiste en acoger a personas migrantes y refugiadas, trabajando con ellas en temas como el idioma o los permisos que necesitan, una memoria, según dijo, que no solo cifras, sino nombres e historias reales como la proporcionada por Salif , “en la Fundación caminamos con el pueblo de Herencia en su conjunto, nos integramos en él, y eso da sentido a toda nuestra actividad”, dijo.
Avilés también puso en valor el reto de llevar a cabo esta experiencia de acogida en una población pequeña, nada parecido a Madrid, un lugar donde el contacto con el vecino es mucho más cercano y la integración más rápida.
La casa de acogida de Herencia inició su andadura hace muy pocos años, “en 2019 se detectó en Herencia que había familias que no tenían una vivienda digna y comenzó nuestra labor con una familia marroquí, en 2022 se acogió a una familia ucraniana y a otras familias emigrantes, y en noviembre de ese año pusimos en marcha ya de forma firme este proyecto”.
El proyecto en general en todo el territorio español tenía en 2023 un total de18 casas de acogida que sumaban 190 plazas y este año tienen ya 36 plazas más. Según informó Avilés, trabajan en distintas sedes para ofrecer mayores oportunidades, siendo una de las principales acciones las clases de castellanos porque consideran que el idioma les abrirá más puertas a la hora de conseguir un trabajo.
Asimismo, quiso destacar por encima de muchas otras cosas la palabra “acoger” y eso supone, según el padre Avilés “un pueblo abierto las puertas abiertas de cada vez más casas y también los brazos abiertos para provocar un abrazo”.
Por su parte, la educadora Pilar Moreno-Manzanaro explicó que en la casa de acogida de Herencia se encuentran en estos momentos siete jóvenes, uno de Venezuela, tres de Mali, uno de Gambia y el resto de Marruecos. Una casa amplia y con habitaciones, cocina, salón, zona de rezo, baño y a la espera de alguna reforma para que los nuevos inquilinos se sientan bien.
Por último, el voluntario José María Sánchez-Aguilera destacó lo que en el día puede aportar en la casa, haciendo un poco de todo, quien concluyó que aparte de ayudar en lo puede, cree que es muy importante que estos jóvenes se sientan escuchados.
