El Amor a mi pueblo: Alcázar de San Juan

Autor: Antonio Tomás Romero, artista nacido en la calle Ancha
Antonio Leal Jiménez

El amor al lugar de nacimiento es un vínculo inquebrantable. Cada persona tenemos un rincón especial en el mundo que guardamos en nuestro corazón, un lugar al que siempre deseamos volver. Para muchos, ese lugar es nuestro pueblo natal. La relación con el lugar donde crecimos está cargada de recuerdos, emociones y un sentido de pertenencia que es difícil de encontrar en otro sitio. Decir "quiero a mi pueblo" no es solo una expresión de cariño, es una afirmación de identidad y raíces.

El amor al lugar de nacimiento es un sentimiento profundo y arraigado que muchas personas experimentamos a lo largo de nuestra vida que trasciende el tiempo y la distancia. Es una fuente de identidad, pertenencia y conexión emocional que nos enriquece personalmente y fortalece el tejido social. Reconocer y valorar este vínculo nos permite entender mejor nuestras raíces y apreciar la diversidad cultural del mundo en que vivimos. Este afecto, que va más allá de la mera nostalgia, se convierte en una parte integral de la identidad y de la percepción del mundo. Se trata de un componente fundamental en la construcción de la identidad personal y colectiva. Las experiencias, relaciones, cultura y entornos asociados crean un lazo emocional profundo que puede perdurar a lo largo de la vida.

Alcázar de San Juan no es solo un punto geográfico; no es solo “El Corazón de La Mancha”, es el escenario de las primeras experiencias, recuerdos y aprendizajes. Desde la infancia, el entorno en el que crecemos moldea nuestra visión del mundo y nuestros valores. Las calles, las casas, los paisajes y las personas que conocemos en nuestros primeros años de vida dejan una huella imborrable en nuestra memoria. Los momentos felices, las aventuras y los juegos infantiles están profundamente ligados al lugar. Estos recuerdos son a menudo ideales y se asocian con una sensación de seguridad y bienestar.

Mi pueblo no es solo un conjunto de casas y calles; es una comunidad vibrante llena de historias, tradiciones y personas que han dado forma a mi vida. Es el lugar donde aprendí mis primeras lecciones, donde forjé amistades que duran toda la vida y donde siempre me siento en casa, sin importar cuánto tiempo haya pasado o cuán lejos haya viajado.

No solo es importante a nivel individual, sino que también tiene implicaciones sociales y culturales. El amor compartido por un lugar fortalece los lazos comunitarios, fomentando la solidaridad y la cooperación entre los habitantes. Este sentimiento contribuye significativamente a la formación de la identidad personal, proporcionando un sentido de continuidad y pertenencia. Las conexiones emocionales con amigos de la infancia, vecinos y familiares crean un sentido de pertenencia y arraigo. Cada lugar tiene sus propias costumbres, festividades y tradiciones que forman parte de la identidad de sus habitantes. Participar en estas prácticas culturales refuerza el vínculo con el lugar de nacimiento.

Varios escritores han explorado el sentimiento hacia su lugar de nacimiento, a menudo reflejando nostalgia, amor, crítica o una combinación de estos sentimientos. Miguel Delibes, en sus obras "El camino" y "Las ratas", retrata la vida rural de Castilla. Su narrativa refleja un profundo conocimiento y amor por su tierra natal, así como una crítica a las dificultades de la vida rural. Gabriel García Márquez a través de "Cien años de soledad", recrea su ciudad natal, Aracataca, en el ficticio Macondo. A través de esta obra, expresa una profunda conexión con su tierra natal, llenando la narrativa de elementos mágicos y realistas que reflejan su percepción del lugar.

La creación literaria de Santiago Ramos Plaza, tanto en verso como en prosa, “Alcázar de mis cenizas” y “Alcázar, al fin y al cabo”, dedicada a su ciudad natal, le ha convertido en un gran embajador de la ciudad.

Hace mucho tiempo decidí que ocultar los sentimientos es una cosa bastante absurda. Así que, quiero contarles como he sentido el lugar donde nací, en mis últimas tres horas presenciales que he disfrutado paseando desde la Estación hasta la Plaza hace unos días. Alcázar de San Juan es una ciudad con un gran corazón, donde la solidaridad, el compromiso y la alegría son valores fundamentales. un lugar que me ha marcado para siempre y que me hace sentir orgulloso de ser de aquí... me evoca recuerdos entrañables y que me llena de energía positiva cada vez que paseo por sus calles... un lugar para vivir la vida con una sonrisa en el rostro y la felicidad en el corazón…

Una ciudad llena de oportunidades y abierta al mundo que acoge a cualquier visitante con los brazos abiertos y que deja una huella imborrable en todos aquellos que tienen la oportunidad de conocerla. Que alberga una comunidad solidaria y comprometida. Pero si hay algo que realmente caracteriza a sus ciudadanos, es su gran corazón, lo que realmente les hace ser especiales. La calidez y hospitalidad de los vecinos, el sentido de comunidad y la disposición para ayudarse mutuamente, son valores que definen a sus gentes. Aquí, casi todos se conocen y hay un verdadero sentimiento de pertenencia y solidaridad. Es una red de apoyo que brinda confort y seguridad, haciendo que cada regreso sea como volver a un cálido abrazo.

Nuestra filosofía es puro Quijote. «Don Quijote discurría con la voluntad. y al decir «¡Yo sé quién soy! ¡no dijo sino «Yo sé quién quiero ser!» Y es el quicio de la vida humana toda: saber el hombre lo que quiere ser. Te debe importar poco lo que eres; lo cardinal para ti es lo que quieras ser.» (Unamuno, p.39).

Si algo hacemos sus habitantes en todos los tiempos ha sido, sin duda, tratar de exportar nuestra buena y bien ganada imagen. Cualquier persona que nos relaciona con Alcázar de San Juan, tiene un buen concepto de nuestro pueblo, nuestra estación y nuestras gentes. Desde épocas anteriores, así había sido, aunque antes las noticias tardaban más tiempo en comunicarse. Desde que las nuevas tecnologías han llegado a nuestras vidas todo resulta más sencillo.

Es tiempo de que cada uno de nosotros/as continúe difundiendo por el medio de comunicación que considere más pertinente que, en nuestro pueblo, sincero, sociable y activo, se saben hacer las cosas y además se hacen muy bien. Trato de imaginar la fuerza de miles de personas, hablando en estos términos. En definitiva, que se ejercite el ser alcazareño/a presencial con verdadero orgullo de pertenencia.

Decir/sentir "quiero a mi pueblo" es una declaración profunda de amor y gratitud. Es reconocer la importancia de nuestras raíces y apreciar el lugar que ha moldeado nuestras vidas. Mi pueblo es más que un lugar en el mapa; es una parte de mi ser, una fuente de orgullo y una joya que siempre llevaré conmigo. No importa dónde esté o cuánto tiempo pase, siempre habrá una parte de mí que pertenece a mi querido pueblo: Alcázar de San Juan