Por Justo López Carreño

Cata de lujo

La bodega Fariña

Con el mismo sigilo que emergen los grandes submarinos transatlánticos en medio del océano, la bodega se alza silenciosa y discreta en medio del fértil campo de la Tierra del Vino zamorana. Manuel Fariña ha logrado ser una referencia en esta denominación de origen, que él mismo presidió en sus inicios, para elevar sus vinos al pedestal de la fama y el buen hacer acabando con sus denostados calificativos de duros y excesivamente alcohólicos.

El sábado 4 de mayo, todo un muestrario de joyas de la enología fue posible reunirlo gracias al empeño de Fructuoso López, quien arropado por los responsables de Bodegas Fariña de Toro (Zamora), especialmente Manolo y sus hijos Bernardo y Manu, lograron hacer realidad un encuentro distendido, no solo de una amplia muestra de diferentes vinos y añadas, sino de un coupage de catadores acorde con el ejercicio que se les ofreció.

Empezando por los primeros, se cataron vinos como el Gran Colegiata de 1982, primera añada de este vino y referencia de la Bodega durante su despegue como gran marca vinícola. Después se fue pasando por los Gran Colegiata de 1988, año húmedo y con el mildiu presente en el viñedo, por el Gran Colegiata de 1989, año seco y de vid  sana, el de 1993, también añada húmeda y el de 1994 que volvió a ser añada seca. Se trataba de esbozar algunos rasgos que confirmen la influencia del cambio climático en el planeta y, por extensión, en todos los cultivos cercanos, como en este caso la vid. Se completó este repaso con una cata del Viñas Viejas de 2002 que puso la guinda a los vinos de larga crianza, que fueron dando paso a la gama de los de maceración carbónica de los años 1999, 2010, 2020 y 2024, intervalos lo suficientemente amplios como para establecer ya unas notas rigurosas en el aumento de azúcares y grado alcohólico así como unas cualidades aromáticas cada vez más afrutadas e intensas de este producto que ha ido ganando cada vez  más seguidores y que nada tiene que envidiar a su referencia enológica de los Beaujolais franceses.

La cata no pudo tener mejor transcurrir que ser finalizada por la gama de vinos blancos del País Vasco que seleccionó Elena García de la Peña, licenciada en Ciencias Químicas, y Master en Viticultura y Enología, con una trayectoria de más de 30 años en el sector en diferentes denominaciones de origen y actualmente asesora externa en varias bodegas de la D.O. Bizkaiko Txakolina, supusieron un animado contraste de ligereza aportados por la variedad Ondarribi Zuri en distintas elaboraciones incluyendo un espléndido espumoso. También se cató el vino Ossian, presentado por Eva Navascués, que representa la frescura de un verdejo prefiloxérico de viñas viejas segovianas.

El colofón a la actividad catadora fue la celebración de una comida, especialmente sabrosas las patatas con costillas, por parte de los allí reunidos en el templo de la Vid y el Vino que la familia Fariña ha levantado para mayor gloria de su tierra y que reúne todo un muestrario de elementos decorativos, aperos agrícolas y otros objetos relacionados con el mundo vitivinícola, muchos de los cuales fueron utilizados en su momento por los dueños de la propiedad, y ahora aumentados por el arte que aporta su uso testimonial además de las muestras pictóricas que un gran elenco de artistas presentan anualmente para optar al premio de la etiqueta ganadora que vestirá cada año a las botellas de esa añada y que lucen en conjunto en uno de los espacios de la imponente nave.

Entre la mezcla de aleatorios catadores allí reunidos se encontraban Alipio Lara Olivares, Doctor en ciencias Químicas y Enólogo, quien ha sido durante doce años director del IVICAM y once años director de La Estación Enológica de Alcázar de San Juan. José Gracia, Doctor en Ciencias Químicas y Enólogo, recuperador de variedades olvidadas, y por encima de todo, investigador con visión de aplicación sencilla y efectiva. La ya mencionada Elena García de la Peña así como Eva Navascués, Licenciada en CC. Ambientales y preocupada por los temas relacionados con el cambio climático y la alimentación. Todos ellos coordinados por Fructuoso López, Enólogo ya jubilado, que en su momento presidió el Colegio de Enólogos de Castilla La Mancha, con amplia experiencia en diversas bodegas de este sector, así como su esposa Trinidad López, también enóloga y enófila, como lo son el resto de participantes en la celebración: Nati, Pepy, Eva Díaz y Justo López, que firma estas líneas.

Solo queda señalar, que antes de cerrar esta crónica, nos enteramos que Bodegas Fariña ha conseguido el premio al Proyecto Empresarial de los Premios "Tierras de Zamora" por su “contribución al desarrollo de la economía desde hace más de 80 años”. Ya solo con esta muestra se comprende que la cata fue todo un lujo a nuestro alcance.

Justo López Carreño, mayo de 2024.