Jóvenes violadores

Año 2020. Millones de adolescentes continúan siendo víctimas de violencia sexual y de género y sus voces siguen siendo ignoradas en la toma de decisiones (Naciones Unidas, 8 marzo).  

Año 2022. “La Policía Nacional ha detenido este viernes a otros dos menores por su presunta relación con la violación grupal a dos niñas, menores de edad, en la localidad valenciana de Burjassot” (El País, 1 julio).

Año 2023. “La presunta violación de 6 jóvenes a una niña en Badalona alerta de los abusos entre menores de edad” (Antena 3, 10 marzo).

Año 2024. “Investigan una supuesta violación grupal a una menor de 12 años en un colegio de Sevilla. La Fiscalía de Menores investiga la supuesta agresión sexual habrían participado al menos ocho compañeros de la menor” (El Mundo, 25 junio)

Año 2024. “Denuncian la violación a una niña de 12 años con discapacidad por ocho menores en un colegio de Peñaflor” (ABC, 26, junio.)

Es un hecho que este tipo de noticias suele ser cada vez más frecuente y lo que es peor, a edades cada vez más tempranas. La violencia sexual es un problema grave y generalizado que afecta a millones de personas en todo el mundo. Según la Organización Mundial de la Salud, una de cada tres mujeres ha experimentado algún tipo de violencia física y/o sexual a lo largo de su vida.

La adolescencia es una etapa del desarrollo humano que se sitúa entre la niñez y la adultez. Se caracteriza por una serie de cambios físicos, emocionales, cognitivos y sociales que ocurren aproximadamente entre los 10 y 19 años de edad, aunque estos límites pueden variar según diferentes culturas y contextos individuales.

Durante este periodo, los jóvenes experimentan cambios significativos a nivel físico, emocional y social. La aparición de internet en los años sesenta del pasado siglo, ha modificado profundamente la manera en que los adolescentes acceden a la información, interactúan entre sí y descubren su identidad. Uno de los aspectos más preocupantes de esta transformación es el acceso a la pornografía, cuyo contenido suele ser fuente de inspiración para sus propias experiencias sexuales.

Numerosos estudios indican que los adolescentes pasan entre 4 a 7 horas diarias navegando por internet a través de sus dispositivos móviles. Su fácil acceso puede tener una serie de impactos negativos difíciles de controlar. A través de las redes sociales y otras plataformas en línea, pueden ser víctimas de acoso, intimidación y abuso, lo que ocasiona consecuencias graves para su salud mental y emocional.

El uso excesivo de internet conlleva un acercamiento a la adicción, lo que, sin duda, interfiere en las actividades diarias, las responsabilidades escolares, y las relaciones personales. Los jóvenes pasan demasiado tiempo en línea, descuidando sus estudios, actividades físicas y sociales y su uso, está asociado con problemas como ansiedad, depresión y baja autoestima.

Los jóvenes están expuestos a recibir contenido inapropiado o dañino, como violencia, pornografía, o información falsa, consumo de drogas, alcohol, y otras actividades peligrosas, que les incite a participar en conductas de riesgo. La falta de control y supervisión lleva a que accedan a material que no es adecuado para su edad.

La facilidad para acceder a la pornografía ha hecho que muchos de ellos_cada vez más_ consuman estos contenidos desde edades muy tempranas y lo utilicen como inspiración para sus propias experiencias y relaciones sexuales. Según la ONG “Save the Children”, acceden más pronto a ella y ven su contenido antes de los 12 años, mediante el intercambio con sus amigos, principalmente, de todo tipo de material audiovisual.  

Según la teoría del aprendizaje social, los individuos pueden aprender y emular comportamientos observados en los medios. Los adolescentes que ven pornografía violenta podrían estar más inclinados a imitar estas conductas en la vida real, especialmente si carecen de modelos positivos alternativos. El contenido al alcance de los jóvenes está influyendo en la vida personal, y, en numerosas ocasiones, tratan de copiar lo que ven en las imágenes que reciben. Predominan las escenas violentas, donde la mujer es, generalmente, la gran perjudicada. La afirmación de que existe una vinculación clara entre la pornografía consumida por adolescentes y la violencia sexual en grupo es un tema complejo y altamente debatido.

Aunque existen indicios de que la pornografía puede influir en las actitudes y procederes sexuales de los adolescentes, la relación específica entre ésta y la violencia sexual en grupo no es necesariamente directa ni sencilla. Involucra una combinación de factores individuales, sociales y contextuales que deben ser considerados. Se necesita más investigación para entender completamente estas dinámicas, y para diseñar intervenciones efectivas.

Dado el fácil acceso a la pornografía en internet, es esencial que los padres y educadores jueguen un papel activo en la educación sexual de los adolescentes. La comunicación abierta y honesta sobre la sexualidad y los riesgos de la obscenidad, puede ayudar a los jóvenes a desarrollar una comprensión saludable y crítica de estos temas. Además, se deben proporcionar recursos y apoyo para que aprendan a navegar por internet de manera segura y responsable.

Existen diversas herramientas tecnológicas diseñadas para ayudar a los padres a controlar y limitar el acceso de sus hijos a contenido inapropiado en internet. Los filtros de contenido y las aplicaciones de control parental pueden ser efectivos para reducir la exposición accidental a la pornografía. Sin embargo, es importante que estas herramientas se utilicen como complemento a la educación y la comunicación, no como un sustituto.

El Gobierno español acaba de presentar una herramienta que funcionará a través de una app para móviles, mediante la cual, el usuario podrá hacerse con credenciales digitales anónimas de acceso, que serán indispensables para poder entrar en espacios digitales con contenido inapropiado para los más jóvenes.

Implementar programas de educación sexual integral en las escuelas es una estrategia fundamental para abordar esta grave problemática. Estos programas deben incluir información sobre el consentimiento, las relaciones saludables, el respeto mutuo y sus peligros. Una educación sexual bien estructurada puede ayudar para tomar decisiones informadas y responsables.

Los casos de violación de jóvenes son un grave problema social y de salud pública que afecta a comunidades en todo el mundo. Estos casos involucran una serie de factores y consecuencias complejas y devastadoras. El problema es más grande de lo que parece, y profundas reflexiones ha de hacerse, ya que, si un adolescente quiere entrar en un sitio vetado en España, puede engañar al navegador para que crea, por ejemplo, que se encuentra en cualquier país de Asia. Difícil tarea la de poner puertas a internet.

La clave está en fomentar una comunicación abierta y honesta, y en proporcionar los recursos y el apoyo necesarios para que los adolescentes desarrollen una comprensión crítica y responsable de la sexualidad y el uso de internet y tomar conciencia de ello para proceder de forma inmediata, antes de que las consecuencias de no hacerlo, sean difíciles de mitigar.

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