Cartas al director

Sr. Director...

Le escribía para ver si podría publicar un escrito que cree para felicitar a mi madre por su día. No es la gran obra de mi vida, pero me pareció un detalle bonito y melancólico, como aquéllos poemas que escribíamos a nuestras madres para felicitarlas que adornábamos con pegatinas y dibujos de pajaritos. Sería maravilloso que Ud. lo aceptara, muchas gracias.

Decirle que me llamo Almudena Ramos Gallego, siendo de Alcázar de San Juan y, actualmente, vivo en Madrid, ya que me encuentro estudiando Ciencias Políticas.

Aquí le dejo el escrito:
"Oda a mi madre"

¡Que sería la vida sin ellas! Seres considerados complicados – los tópicos me parecen mentiras. No hay verdad, es comodidad -. Euríales parteras del Destino de las gentes con un ayer marcado en sus caras, que buscan un mañana. Habitadas por mundos a los que amamantar.

La Vida es una mujer, una corriente que te enreda en su pecho con olor a sueños. La que se sacó una costilla y, con sus manos amasadas de paciencia, fue creando un mundo nuevo. La que besó mis heridas. La gota que colma mi aliento de entereza. La Justicia que abriga mis pies al caminar. La que abrió mis manos para abrazarla. La que enfada mis sentidos por envidia de ser una mujer como ella. La que baja su voz para que la mía pueda crecer. La que me escucha como si fuera la primera vez que me ve. La que inventó un cielo para mí.

La mujer que me dio vida, crió, arropó, respetó, regañó, defraudé, perdonó. La que me enseñó a que la vida no hay que pensar qué es, sino a vivirla.
“¡Qué sería la vida sin rosas! – Como diría Lorca – una senda sin ritmo ni sangre, un abismo sin noche ni día. Ellas prestan al alma sus alas, que sin ellas el alma moriría. Sin estrellas, sin fe, sin las claras ilusiones que el alma quería”.

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