ENTREVISTA CON JULIO ROMERO, POLICÍA ALCAZAREÑO RECUPERADO DE LA COVID

“No fui consciente de mi gravedad hasta que el médico me dijo vamos a hacer por ti todo lo posible”

El 30 de abril del año pasado, el policía local de Alcázar de San Juan, Julio Romero Cárdenas salió del hospital Mancha Centro después de mes y medio ingresado luchando contra la Covid. Su mujer e hijo, sus compañeros de los Cuerpos de Seguridad y emergencias, el personal sanitario y los medios de comunicación acudimos para recibirlo entre aplausos, orgullosos de su recuperación y de su afán por salir adelante. Un año después, totalmente recuperado, recuerda lo sucedido: Su paso por Urgencias, el colapso del hospital, la pérdida de su padre y su suegra, el temor y la soledad de la UCI, sus ganas por salir del hospital y aferrarse a la vida. Momentos y sensaciones que nunca olvidará y que ha querido compartir con los lectores de elsemanaldelamancha.com en la siguiente entrevista. Toda una lección de vida.

PREGUNTA. Lo primero, Julio, después de un año ¿Qué tal te encuentras?

RESPUESTA. Me encuentro muy bien, gracias. La verdad es que me siento muy afortunado. Un año después, no noto nada, ni he tenido secuelas, estoy trabajando, feliz con mi familia y puedo decir que estoy recuperado

P. Cuéntanos cómo pasó todo. ¿Cómo te sentías cuando decidiste acudir a Urgencias?

R.  La primera vez que fui a Urgencias fue el día 13 de marzo. Estaba en mi casa, en el baño, tuve una pérdida de oxígeno importante y perdí la conciencia. Sin darme cuenta, me caí redondo al suelo y al golpearme me hice dos brechas en la cabeza, con lo que mi mujer llamó a la ambulancia y me llevaron a Urgencias, me cosieron y después me volví a mi casa. Yo entonces ya tenía tos y algo de fiebre, pero se me quitaba con paracetamol y justo me había tomado uno cuando vinieron los servicios de emergencia, por eso y porque entonces había mucho desconocimiento del virus, me dijeron que lo que me había pasado era una bajada de tensión. A mí me extrañó porque no me suele pasar, pero así se quedó la cosa. Era el principio de todo y entonces no se hacían pruebas, ni PCR ni de anticuerpos ni nada… Ya de vuelta a casa, yo notaba que iba empeorando, al mismo tiempo que veía cómo mi padre, a quien habíamos ingresado por neumonía un día antes de mi desmayo, también iba empeorando. Entonces no pensábamos que podía fallecer, pero conforme pasaban los días cada vez le costaba más trabajo respirar, apenas podía hablar…

    Nosotros ya sospechábamos que era el covid y decidí aislarme en casa, me metí en una habitación y apenas mantuve contacto con mi mujer e hijo. Mi mujer tuvo décimas de fiebre un par de días y cansancio, incluso fue al médico pero le dijeron que no le pasaba nada, que estuviera tranquila. Y mi hijo ni siquiera estuvo enfermo, no sabemos cuándo lo pasó pero luego supimos que también tiene anticuerpos.

    Después de unos días, el jueves de esa semana volví al hospital porque me encontraba peor, me hicieron unas placas, me dieron antibióticos y me mandaron de nuevo a casa, indicándome que si me faltaba la respiración o me ponía peor llamase inmediatamente… Al día siguiente, conforme avanzaba la mañana cada vez tenía mayor dificultad para respirar, me faltaba el aire. Llamé, pero ante el colapso que había de ambulancias, decidí ir con mi propio coche. Llegué, aparqué y me presenté en Urgencias, donde otra vez me volvieron a hacer placas… Ya entonces  vi que la cosa apuntaba mal, pues tenía como una nube en los pulmones, pero no era verdaderamente consciente de lo que me pasaba.

    El colapso de las Urgencias ya era total, había muchísima gente y todos revueltos. El desconcierto era importante, nadie mantenía distancias ni llevábamos mascarillas… Y allí en Urgencias me pasé todo el día sentado en un sillón hasta que por la noche me atendió el médico. Me hicieron pruebas, me pusieron oxígeno y, como no había camas, volví al sillón, donde pasé dos días y donde fui poniéndome peor poco a poco... Hasta que me subieron a planta. No podía respirar, no saturaba bien y necesitaba mucho oxígeno… Después de varios días en planta y de que quedase libre una cama en la UCI me metieron en Cuidados Intensivos, donde estuve 28 días.

P. ¿Qué recuerdas de la UCI y qué sentiste cuando te comunicaron que entrabas en Cuidados Intensivos? ¿Tuviste miedo?

R. Cuando me intubaron no me enteré de nada. Tengo la sensación de que me movían, pero no lo recuerdo bien. Cuando sí tuve miedo y para mí fue el momento más duro fue cuando me comunicaron que iba a entrar en la UCI… Me había enterado poco antes de la muerte de mi padre, al leer un whatsapp por casualidad en un grupo…Y, como todo el proceso estaba siendo muy parecido, pensé que yo iba detrás. Es curioso, pero en ese momento tuve sensaciones contradictorias, por un lado temor de haber llegado al final; y por otro, alegría y esperanza, pues sentí el privilegio de tener una cama libre en la UCI gracias a mi edad y no como le pasó a algunas personas mayores que no tuvieron esa posibilidad.

    En UCI estuve 28 días, 17 de los cuales no recuerdo nada, nada, excepto algunos sueños, historias inconexas, propias de la sedación, una mezcla de consciencia e inconsciencia. Pensaba que estaba en el aeropuerto de Barajas, que tenía que ir a trabajar… Las enfermeras me hablaban… Entendía dónde estaba y lo que me había pasado, pero no me daba cuenta de mi estado real. No tenía noción del tiempo. Si alguien me hubiera dicho que habían pasado tres años me lo hubiera creído. Poco a poco fui recordando, gracias a las fotos, a imágenes que me mostraban… Recuerdo momentos sueltos, como cuando me levantaban con unas correas para haber rehabilitación… pero todo muy borroso.

P. ¿Cuál era la situación del hospital entonces?

R. La situación en planta no estaba mal, yo estuve al principio solo en la habitación y luego con otro enfermo de Mota del Cuervo. Pero en Urgencias era una locura. Todo hasta los topes, la gente sentada donde podía con el oxígeno puesto, unos junto a otros, en sillones, todos revueltos en espacios cerrados; y los médicos, enfermeras y celadores corriendo sin dar a basto… Era evidente que el personal sanitario lo pasó muy mal; y, por cierto, quiero agradecerles todo lo que hicieron por mi. Siempre les estaré agradecido.

P. ¿Qué supuso para ti el recibimiento de tus compañeros, el pasillo de aplausos del 30 de abril de 2020, cuando por fin te dieron el alta hospitalaria?

R. Fue muy emocionante… Yo ya sabía algo, porque las enfermeras decían “venga Julio, que han venido a por ti y está todo lleno de policías”. Estaba nervioso, quería recoger la habitación y marcharme cuanto antes, ponerme solo la chaqueta, pero la verdad es que apenas podía dar unos pasos con el andador… Cuando me sacaron en la silla y vi a tanta gente en aquel pasillo fue muy emocionante. Y a mi mujer e hijo… Tanta gente aplaudiendo... Fue muy bonito. Os lo agradezco mucho a todos.

P. ¿Después de salir del hospital, cómo ha sido tu recuperación, has tenido que hacer rehabilitación, tienes alguna secuela?

R. Gracias a Dios no tengo ninguna secuela, me encuentro bien. Hice rehabilitación en el propio hospital, incluso creo que en UCI aunque eso no lo recuerdo bien. Sí recuerdo hacer ejercicios cuando estaba en planta, estaba deseoso de que vinieran... Por la mañana y también algunas tardes. Y yo me ponía contentísimo al ver mis avances. Subir los brazos, mover las piernas… Fue fundamental para recuperarme.

    Cuando salí del hospital seguí haciendo todo lo que podía en mi casa, poco a poco, marcándome pequeñas metas. La verdad es que mi buena forma física, por mi profesión como policía, me ha ayudado mucho; y en seis días dejé el andador.

    La principal dificultad era la pérdida de fuerza. Es muy curioso cómo se pierde la fuerza con este virus. El movimiento se conserva, pero no la fuerza.  Había perdido la masa muscular y aunque podía moverme en la cama mi cuerpo no me resistía.

    Es importante querer recuperarse, animarse con los pequeños progresos. Simplemente ir al baño solo era para mí un gran triunfo… Ir haciendo esas cosas cotidianas… Ir ganando poco a poco y aparcar los malos pensamientos. No podía hundirme con la muerte de mi padre, ni con la de mi suegra que habñía fallecido también antes, tampoco con la enfermedad de mi hermano que estuvo ingresado después que yo o con la pérdida de algunos conocidos… Tenía que salir adelante… Fue muy triste, pero en Alcázar, qué familia o pandilla de amigos no ha perdido en estos meses a algún ser querido. Tenía que ser fuerte y seguir adelante.

    Y así, poco a poco fui recuperando la fuerza… Salía a caminar a correr… Hasta que me encontré mucho mejor y pude incorporarme en junio al trabajo, donde realizo más bien trabajo de oficina.

P. Ha pasado un año ¿Qué perspectiva tienes ahora de lo que te ha pasado?

R.  Actualmente tenemos todos otra perspectiva. Pero aún así, sigue existiendo mucho desconocimiento, por ejemplo, respecto a la transmisión… En el caso de mi familia, nunca sabremos dónde o cuándo nos contagiamos… Ni por qué mi padre, mi hermano y yo estuvimos tan mal, en el hospital; mientras otras personas de nuestra familia, apenas enfermaron. Mi mujer, por ejemplo, sólo tuvo unas décimas de fiebre. Mi madre, que llegó a estar algunos días con mi padre en el hospital... O mi hijo, que ni siquiera estuvo malo… Y eso mismo le ha pasado a mucha gente.

P. ¿Qué opinas de las vacunas? ¿ ¿Y de la gestión de la pandemia?

R. Me parece que las vacunas van a ser la solución, pero aún nos quedan meses hasta que todo el mundo esté vacunado… Lo que tengo claro es que debemos seguir cumpliendo las recomendaciones sanitarias y las limitaciones que nos van indicando ...

    Respecto a la gestión de la pandemia, a toro pasado es muy fácil criticar. Desde la perspectiva actual, claro que podían haberse hecho mejor las cosas, pero en aquellos momentos no sabíamos lo que estaba pasando, no nos dábamos cuenta de la gravedad. Yo mismo, no fui consciente de mi estado hasta que el médico me dijo “tranquilo, vamos a hacer por ti todo lo posible”. Esa frase me dejó de piedra y fue entonces cuando por primera vez me percaté de verdad de mi gravedad.

P. Para terminar, me gustaría conocer tu opinión sobre la pandemia desde el punto de vista profesional, como policía local. ¿Está siendo complicado controlar a la gente?

R. Hay gente de todo tipo. No piense que a los policías nos gusta sancionar. Todo lo contrario, pero hemos tenido que hacerlo por incumplimientos del toque de queda, por establecimientos abiertos a horas que no debían, por fiestas ilegales, por ir sin mascarilla… Todos hemos sido jóvenes y a todos nos gusta divertirnos; y por supuesto que la mayoría de jóvenes es responsable y cumple las normas… Pero hay personas que no sienten respeto hacia los demás y no ponen las cosas fáciles. Tenga en cuenta que el trabajo de la policía durante este año ha estado condicionado por la pandemia… Y la verdad, no ha sido fácil vigilar el cumplimiento de la normativa tan cambiante. Pero en ello estamos, ahora pendientes del final del Estado de Alarma, con fuerza y con muchas ganas de ayudar para que este mal sueño acabe cuanto antes.

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