Santiago Ramos, último encuentro

El sábado apuntaba maneras.

Comenzó triste; y acabó peor.

¡Llevadme, o me iré yo solo!

 

Las cenizas de Santiago Ramos descansan bajo Doña Acacia desde el sábado pasado. Su familia y amigos, después de muchos meses de distancia y confinamiento, pudieron desplazarse hasta Alcázar de San Juan para dar cumplimiento a los deseos de descanso del poeta.

No podía ser de otra manera. La mañana comenzó en el callejón del Toro, donde unas veinte o treinta personas recibieron a Etel, María y demás familia de Santiago, venidos desde Madrid con las cenizas, para despedir “al hombro” al poeta, tal y como dispuso en sus versos:

Por el callejón del Toro/ cuando me vaya a morir/llevadme, amigos, al hombro./ Al hombro con gran dolor/ y llorando vuestros ojos./ Y si el dolor no hay bastante/ para ser llevado al hombro,/ dejadme, que yo me iré/ sin entierro y sin vosotros./Mas no preguntadme nada./ No es lo que imorta de todo/ saber por qué quiero ir,/ sino llegar de algún modo./Por el callejón del Toro,/ cuando me vaya a morir, ¡Llevadme, o me iré yo solo! 

En el callejón, se dio lectura a éste y otros poemas; y se recordó la figura y trayectoria de un escritor, fallecido a finales de enero, alcazareño por excelencia. Y al paso rimado de los octosílabos, Alcázar dijo adiós a su poeta.

Tras la lectura íntima en el callejón del Toro, la familia y los más allegados se desplazaron hasta la Iglesia de la Trinidad, donde tuvo lugar un acto religioso y donde finalmente, en el lugar siempre anhelado, compartiendo sueños y sombra con Doña Acacia y muy cerca de la calle Torres, descansan las cenizas de Santiago. D.E.P.

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