Mi calle Ancha

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Con rango de General

en el corazón de Alcázar,

de Cruz Verde a la Castelar,

¿mi callecita? es ANCHA!

 

Recordado. El nombre de nuestra familia se perdió ahí cuando en el sesenta y siete, un camión se trajo nuestra vida a Madrid...y allí se quedaron infinidad de recuerdos, el despacho de mi abuelo, la banca del comedor de diario, la radio de lámparas, las palmeras, los paraísos, las moreras, el pozo......

Fue altar a San Antón en las puertas de Ermelindo y Marina cada once de enero. Escuelitas de doña Juanita, don Juven Tejera y don Rafael. Cuna de los Mata con la matriarca la “señá “Aurelia. Refugio de Rufao con sus Fascículos, el doctor Ramírez y Anita Rábago atendieron nuestros males.

Cascabel que sigue con sus catafalcos, los churros de Pepe Camacho y Rosarito, las esperriacas de Sisenando, las noches del Bois con su farolito rojo en la puerta y los incipientes José María González Ruiz “Marconi “(q.e.p.d.) “y Víctor García Ch. a los mandos.

Los TBO y El Jabato de la  Benita, nuestra despensa de “ pan y quesillo “ en aquella arboleda perdida y de nuestras tardes haciendo los deberes de Química de don Antonio Gutiérrez de la Trini, con mis amigos Ricardo Quintanilla ( q.e.p.d, ), Pepe Almendros, Sebastianillo Alhambra… y luego los juegos infantiles, la talita, pídola, la petra  la petraca, el rulete, con los emblemas que regalaban los bares y los billetes vencidos del tren hasta que salía Mariano Lila de su casa y nos echaba de su acera.

Almendros, el Rivas, Jesusillo Guzmán, Marciano…la calle Ancha, ahí sigue, pero ha perdido su aroma de antaño, el humeante cisco de los braseros de las frías mañanas en las aceras, el de la fresca leche de Hersilio con sus cántaros y su tartana, el de las libretas y panes de Quinito mezcladas con el humo de su Isocarro al mediodía.

Cómo no recordar el tarantán de las llantas de los carros camino de las viñas a la alborada; el lañador, el “ afilaor “ o el trapero voceando sus servicios, los pitidos en las madrugadas de las tiznadas alazanas que entraban y salían de nuestra vecina estación… y en Semana Santa, todos esperábamos el Miércoles Santo ver por nuestra calle a los Ferroviarios, “ La Oración de Jesús en el huerto“ blanco y verde el hábito, faroles encendidos y nuestro padre de ferroviario nazareno…eran tiempos que poco a poco se irán  perdiendo…

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