ARTÍCULO DE OPINIÓN

Semana Santa en Alcázar

Buenas tardes a todos. Desde este medio de comunicación, quiero agradecer a todos los cofrades, músicos, músicas, costaleros, costaleras ,anderos y anderas, consejo de cofradías, hermandades y a todo aquel que con su fe, trabaja para que nuestra semana santa luzca esplendida en Alcázar de San Juan. Lo hago con lo que humildemente escribo. Millones de Gracias a todos.

Con estos humildes versos  pretendo reconocer ,
el trabajo y el esfuerzo , también el saber hacer.

A todos aquellos cofrades, que se afanan sin medida
en sacar todos los años, sus pasos, sus cofradías.
Un año más en la calle, que nadie me desacredita,
no te faltará detalle, mientras Dios me lo permita.

Siempre un hilo conductor, por siempre mi admiración,
de mi señor Jesucristo, pasión , muerte y resurrección.
Me desborda la emoción, que ya comienza en Alcázar
excelsa representación, cuaresma y Semana Santa.

Como se eleva el ciprés, parece que toco el cielo,  
entre besos a los pies a Jesús el Nazareno;
Primer viernes de marzo,  Alcázar a la Trinidad marcha
porque en su templo residen La gloria y nuestra  esperanza.
Continúa el besamanos, se van percibiendo olores
esto ya nadie lo para, porque es Viernes de Dolores.

   

El altozano se ensancha, saliendo majestuosa
 Señora de los Dolores, no hay flor más olorosa.

Ya viene la Borriquita,  por  fin Domingo de Ramos,
entrando en Jerusalen, nuestro Dios… al que alabamos.  
 

Ha llegado la Esperanza, certeza espiritual,
ramas de olivo y palmas,  en tu entrada triunfal.

La multitud se aglutina, plaza de Santa María
el delirio se avecina, lo confirma el contraguía.
Viene Jesús del Perdón, escolta de corazones,
se alimenta la pasión, palpitando a borbotones.
suenan marchas a los vientos, con los perfumes de incienso,
sintiendo ya este momento, caminando va por tientos.

María Santísima de la Salud, que trágica atardecía,
tu hijo muriendo en la cruz, y el mundo se estremecía.
¿Quién pensó tanta dulzura? quien fuese quien te esculpía,
en tus manos la ternura, la azucena que se abría.

Entre inciensos y azahar ha llegado el martes Santo,
Cristo la buena muerte, el que entreteje mi llanto.
Vía crucis dolorido,  carita de resignación
sufrimiento en un alarido, como lo fue tu pasión.

De Santa Quiteria sale el Cristo,  y afirmas mi convicción
de ella nunca desisto, Cristo de la expiración,
Cristo de la expiración, tu cara de sufrimiento,
de pasiones eclosión, estallan mis sentimientos.

Tarde del Jueves santo, en Alcázar tu presencia
Jesús Orando en el huerto, tan afligida presencia.
Túnica verde esperanza, esa que el Padre nos dio,
con firmeza y con templanza, por nosotros padeció.

En esa noche  siniestra,  y al mismo tiempo amorosa
Alcázar , Jesús caído, la verónica y la dolorosa.
saliendo en el altozano, Plaza de la Inmaculada,
entre ábrego y solano, hasta el cielo tu mirada.
Pañuelo de blanca nieve, se acercó para calmarle,
la verónica conmueve, en su intención de aliviarle.

Madrugá del viernes Santo, y ya estás aquí dispuesto,
escalofríos y llanto , por más que soplen los vientos.
El arrullo de tu pelo, que  me llena de esperanza,
te llaman Jesús Nazareno y tú eres el Rey de Alcázar.  

El sueño de mis desvelos,  de mi ansiedad la calma,
cumplidor de mis anhelos, con tu divina semblanza.
En tu corona de espinas y la sangre que derramas
llevas  pétalos  de rosas que tu divinidad consagran.

María de los dolores, vas de flores Perfumada
Mi oración sencilla y llana, que me decía mi madre
que tú le representabas,  el dolor de todas las madres,
de todas las  dalias divinas, de las begonias del alma;
de las que nos protegen del mal  y que un día se nos marchan;
las de los sueños de vida y los perfiles de nácar
adornada en tu hermosura  siete puñales en el  alma,
siempre la seda más pura,  entre varales de   plata.

Anderos de valentía, anderas llenas de Amor,
anderas con hidalguía, anderos para mi Dios.

¡Silencio, silencio, Por Dios ! A lo largo se oye un tambor,
está saliendo el entierro,  de Nuestro Dios: Nuestro Señor.
Despacio y con mucho sigilo, el Cristo de la Agonía,
el Dios en el que confío, cual hermosa melodía.
Con tu mirada perdida, como un pellizco en el alma,
hasta entregarnos tu vida, muerte sombría, despiadada.

Asoma ya tu cuerpo inerte, en la oscuridad descarnada,
sale ya el cristo yacente, en la noche soberana.
Ya tus palabras no salen, tus labios me quieren hablar,
 no hace falta que me hables, se cumplió tu voluntad.
Costaleras, costaleros, lento y sobrio caminar,
en los balcones del cielo, a Dios vais a situar.

Madre de la Soledad,  que triste brutalidad,
la de ver morir a un hijo , por salvar a los demás.
Ojos de la  incomprensión, carita de porcelana,
como madre la pasión,  que te despedaza  el Alma.
Soledad de tristes mejillas, Madre y Reina celestial,
más intensa ahora brillas, cual espejo de cristal.

Domingo de resurrección,  se ha repetido la historia,
ya el sufrimiento acabó, suenan campanas de Gloria.

Largo paseo triunfal, por todo el pueblo de Alcázar,
costaleros disfrutar, entre alhelíes y albahaca.

A los músicos de Alcázar, mi aplauso  y mi  reverencia
vuestras notas alabanza, de los sonidos esencia.

Mil gracias  a los cofrades, por hacerme disfrutar
eternas felicidades, desde Alcázar de San Juan.


Autor. Miguel Ángel Abengózar Muela.

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