Algo personal: Lucía y Daniel

He leído la noticia del fallecimiento de Paco Leal en Madrid. No lo conocía personalmente, no lo traté porque era algo mayor que yo. Pero quiero desde estas líneas mandar a sus familiares y amigos mi más sentido pésame.

Esta noticia luctuosa me ha suscitado el recuerdo de historias contadas por mi abuela Emiliana del pasado trágico que vivieron en su casa y del que hoy quiero escribir, algo personal que no se me va de la memoria y que es bueno contar para no olvidar. Su padre, Daniel Leal, fue novio de una tía mía, Lucía Quirós. La madre de Paco Leal era una señora encantadora que siempre saludaba a la familia de aquella novia que tuvo su marido. Mi tía Predes me contaba anécdotas de mis tías fallecidas. Mi madre me sigue contando hoy cosas de mi familia paterna, de cuando ella era joven. La noticia de la muerte de Paco Leal, el hijo de Daniel, el novio de mi tía Lucía, ha propiciado este recuerdo. Al hablar con mi madre, me cuenta lo mucho que la quería y lo mucho que sufrió cuando ella murió. Daniel era una persona tan sensible que, cuando se fue a casar, se acercó para decírselo en persona a mi abuela y pedirle, así, permiso para romper el vínculo que le ataba todavía al recuerdo de mi tía Lucía.

Me cuenta mi madre que la muerte y el entierro de mí tía Lucía fueron muy comentados. Mi tía Lucía estaba a punto de casarse y tenía 25 años. Me dice que iba como era, blanca de tez y rubia de cabello, «tan guapa como una virgen». Me dice que forraron su caja e hicieron el vestido (mortaja) con la dote de la boda. Me cuenta que fue mucha gente a verla. No me extraña, en aquella casa ya había muerto mi tía Eufrasia, con 16 años, y al año siguiente moriría mi tía Concha, a la edad de 24 años, las tres por la misma maldita enfermedad y en una casa compuesta por mi abuela Emiliana, viuda desde la guerra, y 5 hijos, contando a mi tía Predes y a mi padre Epifanio.

La historia es más larga, pero baste este apunte para recordar aquella vida que pudo ser, aquella historia de amor que se vio truncada por las desgraciadas circunstancias de una vida rota por la postguerra y la enfermedad, por la muerte que destruye incluso lo más bonito de este mundo, pero que no puede con el recuerdo. Siempre que el recuerdo viva, ellos vivirán.

Epifanio Quirós Tejado

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